¿Por qué el madurismo disolvería su Constituyente en diciembre?

La disolución de la Asamblea Nacional Constituyente coincide con las elecciones parlamentarias en las que no participará la mayoría de partidos opositores.

Los analistas advierten que la inminente celebración de elecciones parlamentarias sin los principales partidos de oposición deja el camino libre al chavismo para controlar la Asamblea Nacional y aprobar una enmienda de la Constitución.

La Asamblea Nacional Constituyente, bajo el dominio del chavismo, quedará disuelta en diciembre luego de tres años y medio de gestiones legislativas que favorecieron la continuidad y el reforzamiento autoritario del gobierno en disputa de Venezuela, según analistas.

El anuncio del fin de la llamada ANC lo hizo esta semana el mismo presidente en disputa Nicolás Maduro. “La Asamblea Nacional Constituyente va a funcionar hasta diciembre. Ya así lo ha decidido”, expresó durante una videoconferencia del Partido Socialista Unido de Venezuela.

El oficialismo eligió la Constituyente el 30 de julio de 2017, a espaldas de la oposición y la comunidad internacional, que consideró esa votación como ilegítima.

Diosdado Cabello, segundo hombre fuerte del chavismo y presidente de la Constituyente, hoy convaleciente tras resultar contagiado por COVID-19, será quien detalle su proceso de clausura, adelantó Maduro.

Juan Manuel Track, politólogo y docente de la Universidad Católica Andrés Bello, explica que la Constituyente se convirtió de inmediato en una “simulación de Parlamento”, al asumir competencias legislativas y su rol de tomar decisiones que rivalizaban con las leyes y la propia Constitución.

“Su trabajo no ha sido otro que justificar medidas de gobierno. El ser la simulación parlamentaria de Maduro no le sirvió de mucho, porque no tuvo reconocimiento ni legitimidad, por la forma como fue convocada”, indicó en entrevista con la Voz de América.

Maduro convocó a la Constituyente sin celebrar previamente un referendo consultivo, como lo hizo su predecesor y mentor, Hugo Chávez, en 1999.

El presidente en disputa explicó hace tres años que la institución colaboraría con la imposición de “la paz” en Venezuela, agitada por masivas protestas contra el gobierno por la anulación judicial de la opositora Asamblea Nacional.

Voceros de Smartmatic, la empresa encargada de la automatización de aquella elección, denunciaron que el chavismo manipuló las cifras de participación al inflarlas con al menos un millón de votos más de los realmente registrados.

Luis Salamanca, abogado y doctor en ciencias políticas, afirma que la Constituyente nació con “ilegitimidad de origen” y derivó en un organismo de partido único.

“Inmediatamente, se le vio el queso a la tostada. Se vio que la iba a utilizar primero como un suprapoder para descabezar lo que quisiera y como un poder legislativo”, dice a la VOA.

La ANC plenipotenciaria ha aprobado normas como la Ley contra el Odio, que criminaliza la protesta y cercena la libertad de expresión, y la de los CLAP, que institucionalizó el subsidio alimentario bajo una oferta de control social.

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Constituyente “innecesaria”

Originalmente, la Constituyente duraría solo dos años. Un acuerdo político del chavismo extendió formalmente sus labores hasta el 31 de diciembre de 2020.

Su cese coincidirá con las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, en las que no participarán 27 partidos aliados del presidente interino Juan Guaidó.

El madurismo tendrá así la vía libre para hacerse con la mayoría de la Asamblea Nacional, a pesar de las críticas de la oposición, Estados Unidos y Europa. En esa realidad, opina Salamanca, yace la explicación del cierre de la Constituyente.

“Ellos (el chavismo) se reencontrarán con el poder legislativo, que solo les gusta cuando está en manos absolutas de ellos”, dice, aún dudoso de si la pandemia por el nuevo coronavirus permitirá la celebración de la votación decembrina.

Track, por su parte, coincide en que su cierre definitivo es el resultado del cálculo de Maduro de que controlará en breve la Asamblea Nacional.

“Ya la Constituyente es innecesaria”, advierte. Esa institución tenía como propósito original la redacción de una nueva Constitución nacional. Sus principales rasgos, sin embargo, han sido la aprobación de leyes favorables a Maduro e incluso la autorización de persecución de líderes opositores.

Track anticipa que ese organismo colegiado pudiera heredar al siguiente Parlamento un proyecto de enmienda de la Constitución.

Ese borrador, prevé, pudiera garantizar “un cierre mayor del sistema político desde el punto de vista de la participación de los partidos y de ciertos liderazgos que puedan ser una amenaza para el gobierno” de Maduro.

Salamanca no pierde de vista que la disolución de la Constituyente la haya anunciado Maduro y no Cabello, su jefe político.

“Muestra la manipulación y dominio que Maduro tiene sobre los poderes públicos y cómo quiere fortalecerlos con la nueva Asamblea Nacional”, expone.

Track no ve al madurismo dispuesto a someterse a un proceso consultivo sobre la Constitución, que podría abrir la puerta a la unificación de la oposición.

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El arte del boxeo político

Salamanca critica la postura abstencionista de la oposición, a pesar de declararse consciente de que no se trata de una elección democrática.

“No puedo dejar que el otro se apropie gratuitamente de ese poder (legislativo), más cuando tengo la posibilidad de retenerlo y cuando la AN ha venido construyendo un contrapoder” al madurismo, argumenta.

La oposición no puede aspirar a exhibir una unidad exactamente igual a la de su victoria electoral de 2015, porque desde entonces, acota, ha experimentado “desgarramientos” entre los partidos y figuras que la integran.

Pronostica que, si la oposición decidiera participar, la gente la respaldaría con su voto sintiendo que ha decidido “agarrar el toro por los cachos”.

Track categoriza a la oposición venezolana en tres grandes bloques, de cara a la finalización de la Constituyente y de la elección de un nuevo Parlamento.

La primera facción está compuesta por el llamado G4, los cuatro partidos principales de la oposición, leales a Guaidó.

La segunda la integran los movimientos “prosistema”, dispuestos a participar en la votación, tratando de incidir en las instituciones, aun aceptando prácticas autoritarias, con un rol político que Track llama “satelital”.

Y, finalmente, están quienes insisten en una intervención de corte militar, esencialmente desde el exterior de Venezuela.

“El G4 no ha mostrado sus cartas estratégicas para la post elección y no creo que tenga algo preparado para una contingencia sobre la Constituyente”, afirma.

La Constituyente y su eventual legado en sus últimos meses suman otra roca al camino de la oposición, que ha prometido revelar una estrategia paralela a su decisión de abstenerse en los comicios parlamentarios, coinciden los analistas

Salamanca concluye que Guaidó y sus aliados han desperdiciado una oportunidad de demostrar que tienen la fuerza electoral democrática.

“Se le ha debilitado a Maduro tanto por sus prácticas económicas y sociales como por la acción de la oposición. Si Guaidó no lucha por su Asamblea, no sé cómo va a exigir reconocimiento nacional e internacional”, lamenta.

Considera que la oposición sí ha debilitado a Maduro durante los últimos dos años y que, como un boxeador que agota a su rival hasta el último round, debe procurar un golpe letal en elecciones, lleno de “inteligencia” y “técnica”.

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