Podría decirse que el doctor Julio Castro Méndez, especialista en infectología y medicina interna, es para Venezuela lo que el doctor Anthony Fauci es para Estados Unidos: una voz pública, apartidista, que se ha convertido en la referencia científica local sobre la pandemia de COVID-19.
Sin ser miembro del gobierno en disputa de Nicolás Maduro o del interino del líder opositor Juan Guaidó, el director de la organización Médicos por la Salud encabeza la comisión de expertos que designó el Parlamento venezolano para hacer frente a la pandemia con base en sus consejos y evaluaciones.
Para Castro Méndez, el personal sanitario del país suramericano está hoy “a oscuras, a ciegas”, por la falta de información epidemiológica “transparente”.
En una amplia entrevista concedida esta semana a la Voz de América, expresó su preocupación por la ausencia de una “lógica epidemiológica” detrás del plan de flexibilización amplio que decretó el pasado domingo el madurismo.
El poder ejecutivo de Maduro, considerado ilegítimo por sus opositores y por al menos 60 gobiernos del mundo, autorizó la apertura, desde el lunes, de sectores económicos y sociales clausurados desde el inicio de la pandemia.
También lea ¿Cuál es la visión de expertos sobre COVID-19 en Venezuela?Así, playas, restaurantes, clubes, autocines y licorerías pudieron abrir sus puertas por primera vez en los últimos siete meses. Castro Méndez asevera que el Palacio de Miraflores nunca tuvo a mano la data suficiente como para advertir lo que concluyó: que los positivos disminuyeron “sostenidamente”.
“Un índice que nunca hemos podido saber en Venezuela es el porcentaje de positivos. El problema es que aquí nos dicen cuántos salen [positivos], pero no cuántas pruebas de PCR se hicieron”, comentó a la VOA.
Voceros del madurismo suelen publicar informes diarios de pacientes contagiados, recuperados y fallecidos, pero no incluyen los datos de cuántas evaluaciones de PCR se practican, como indica el doctor Castro Méndez.
A su juicio, Venezuela está de espaldas a las tendencias científicas mundiales en ese aspecto estadístico. La falta de pruebas de ese tipo, dice, disminuye la identificación de casos como potenciales transmisores de la enfermedad.
“Está clarísimo en el mundo entero que mientras más PCR hagas, más eficientes son los sistemas para controlar la epidemia”, apunta.
Ni genio, ni bola de cristal
Castro Méndez vivió el nuevo coronavirus en carne propia. A finales de agosto, confirmó a través de su cuenta de Twitter, que resultó positivo por COVID-19. Lo trató aislado en su hogar, con síntomas que describió como “leves”.
Un mes después de su positivo, dice sentirse recuperado. El también profesor del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central desmitifica, eso sí, la narrativa de que el virus se comporta distinto en Venezuela, que está cerca de derrotarlo del todo o que es un lugar epidemiológico especial en el mundo.
El gobierno de Maduro ha reportado desde marzo 88.000 casos positivos y al menos 750 muertes por COVID-19. Voceros del Parlamento han indicado que la cifra de fallecidos es de 1.500 y académicos venezolanos han mencionado un “subregistro” de contagios notoriamente más elevado que el del saldo oficial.
No hay ninguna razón para pensar que, al flexibilizar las medidas, van a seguir bajando los casos. Van a aumentar los casos"
“El comportamiento del virus en el mundo va a ser más o menos parecido” en el país, advierte Castro Méndez, subrayando que las flexibilizaciones en Europa, Norteamérica y América Latina han precedido a ondas superiores de contagio.
La existencia del “virus circulante” y de “personas que no tienen anticuerpos” favorece “la presión natural” de la COVID-19 de propagarse de nuevo, insiste.
“No hay razones para pensar que la epidemia se va a acabar en Venezuela. No hay ninguna razón para pensar que, al flexibilizar las medidas, van a seguir bajando los casos. Van a aumentar los casos”, apunta.
Agrega que no es “un genio” y tampoco tiene “una bola de cristal”. “Entendiendo lo que entendemos del comportamiento de la ciencia, del virus y de la inmunología, es lo que uno fácilmente pueda prever, -que aumentarán los casos- no solo en Venezuela, sino en el resto del continente”, señaló.
“Van a aumentar los casos”
Castro Méndez cree que nuevos picos de la pandemia se harán palpables de dos a ocho semanas tras la flexibilización decretada en Venezuela.
Opina que cada país debe generar fórmulas de flexibilización que permitan equilibrar la economía y el número de casos positivos, siempre con “una dinámica que te permita atender a todas las personas de una manera digna”.
No nota esa estrategia en Venezuela. No se explica por qué, por ejemplo, se ha dado luz verde a sectores sin impacto económico mayor en el producto interno bruto, como el turismo, que en el país se ubica en el puesto 14 de los ingresos.
Se niega a interpretar la última fórmula de flexibilización como una estrategia político electoral, de cara a las votaciones legislativas de diciembre. Al consultarle sobre esa tesis, se autodefine como alguien que habla “con base científica”, no de especulaciones de índole política.
“Lo que sí tengo claro es que las normas de flexibilización han demostrado en el mundo que, a la larga, van a aumentar el número de casos”, destaca.
También lea Venezuela: más sectores abren en semana de flexibilizaciónSi hubiese estado en sus manos, añade, hubiera hecho 20.000 pruebas de PCR al día en Venezuela. Hubiera sido “transparente” en la publicación de datos o habría establecido, antes de flexibilizar, una estrategia epidemiológica “clara”.
La ascendencia de Castro Méndez quedó en evidencia a mediados de año, cuando se convirtió en uno de los firmantes del acuerdo entre la Organización Panamericana de la Salud, el gobierno en disputa y el interino de Venezuela para invertir al menos 10 millones de dólares en la lucha contra la pandemia.
El doctor adelanta a la VOA que ese pacto generará “en las próximas semanas” nuevas noticias en cuanto a la llegada a Venezuela de más equipos médicos.
Pero, como en el resto de sus afirmaciones, quiere ser “claro” al indicar que no se trata de un acuerdo que mágicamente solucionará cada problema sanitario.
“Necesitaríamos 600 millones de dólares para atender las emergencias de los hospitales y este acuerdo es de 10 millones de dólares. Es una fracción muy pequeña sobre lo que se necesita”, concluye, serio y tajante.