La economía de Venezuela acumula siete años continuos de desplome. Es una crisis inédita que no solo reta a las teorías escritas en libros y enciclopedias, sino que lapida sin pausa las condiciones de vida de 28 millones de ciudadanos e impulsa una ola migratoria jamás vista en la historia reciente de la región, según advierten analistas e investigadores.
La Voz de América consultó a tres expertos para ahondar en las razones por las cuales este país, rico en reservas petroleras, antes con una economía pujante, se encuentra empantanado en su aguda crisis desde antes de la pandemia.
Carlos Ñáñez, profesor de la Universidad de Carabobo, apunta que la crisis venezolana es “muy difícil” de definir desde la lógica económica y tiene su origen en la crisis de los partidos políticos de la última década del siglo pasado, cuando hubo dos golpes de Estado y Hugo Chávez Frías ganó la presidencia.
“Esos polvos trajeron estos ‘logros’ que tenemos hoy, al elegir a una suerte de outsider, a un vengador que viniera de la antipolítica. La igualdad se convirtió en un arma de doble filo. No existe un calificativo para una contracción de siete años, que duran un semestre, como máximo”, explica a la VOA en entrevista.
Ñáñez, junto a los también economistas y docentes Luis Crespo, de la Universidad Central de Venezuela, y Aldo Contreras, de la Universidad de los Andes, desmenuzan a un país sumido en una profunda crisis institucional.
El modelo económico
Los presidentes Hugo Chávez, entre 1999 y 2013, y luego Nicolás Maduro, impulsaron un modelo de corte socialista en el país petrolero, con férreos controles políticos, sociales y económicos de parte del Estado. Para Aldo Contreras, ha sido la razón más importante del colapso.
“Sin importar que se aplique en el país que se aplique, sea Marte, en otro país, en Nicaragua, Cuba, la Unión Soviética, en donde se ha aplicado, ha fracasado”, apunta.
Los postulados marxistas son similares a una receta mal elaborada, que, sin importar si la elabora un chef o un cocinero amateur, resulta de manera equivocada, según el economista venezolano.
Para su colega Carlos Ñáñez, la era de Maduro trajo consigo el agotamiento de ese modelo, principalmente desde 2014. “Hicimos todo lo contrario a lo que establece la técnica económica para contener el estallido” de la crisis, sostiene.
Control excesivo del Estado
El chavismo, primero, y luego el madurismo, implantaron controles al sistema económico venezolano mediante leyes y decretos presidenciales.
En 2003, recuerda Contreras, se impuso el primer control de cambio de la moneda. Ese modelo cambió de nombre hasta su virtual desaparición en diciembre de 2019, cuando se permitió la libre convertibilidad de la moneda en Venezuela.
“Tuvieron que pasar años de errores para que eso ocurriera. El control de cambio, lejos de frenar la fuga de capitales, lo que hizo fue multiplicarla”, dice.
Venezuela pasó de importar 10.000 millones de dólares en 2003 a hacer lo propio con 120.000 millones de dólares desde entonces, precisa.
En los últimos dos años, señala Ñáñez, por su lado, Venezuela ha vivido un crecimiento del tipo de cambio, sin posibilidad de estabilizarse.
“El tipo de cambio, artificialmente bajo, no va en concordancia con las expectativas con los agentes económicos y estructuras de precios”, concluye.
Los controles de precios también produjeron escasez y desabastecimiento de productos básicos, indica Contreras. Esa fiscalización ha sido “ineficiente”, opina, aunque se extendió al resto del sistema financiero venezolano.
Expropiaciones y cierres de empresas
La actuación “sin límites” del Estado derivó en desequilibrios que asfixiaron a la empresa privada venezolana, detalla el economista Luis Crespo. Según sus investigaciones, 10.000 de las 12.500 industrias existentes en 1999 cerraron o desaparecieron en medio de controles de precios, del tipo de cambio, la comercialización, la producción, la importación y exportación.
Otra causa del colapso productivo fue las expropiaciones o nacionalizaciones de decenas de empresas de sectores primarios, como alimentos y petróleo, considera Contreras, por su parte. “Hicieron que el riesgo país aumentase. Tenemos el riesgo país más alto del mundo y se fue la inversión extranjera”, estima.
Crespo lo complementa al recordar la ineficiencia de empresas expropiadas en las áreas petroleras, metalúrgicas, eléctricas, y de producción y distribución de alimentos.
La (no) autonomía del Banco Central
El expresidente Hugo Chávez, en 2005, promovió la violación de la autonomía constitucional del Banco Central de Venezuela para que este organismo operara atendiendo las directrices económicas del poder ejecutivo. Esa vinculación ha continuado bajo el mandato de Maduro, destaca el economista Aldo Contreras.
“El BCV, pese a lo que dice la Constitución, sigue financiando al ejecutivo con dinero sin respaldo. Eso generó hiperinflación, políticas inadecuadas, un plan inexistente de liberalismo y economía de capitalismo”, expone.
Funcionarios sin preparación
Otra causa del naufragio económico en Venezuela es la designación de personal sin preparación en el área en cargos determinantes, subraya Contreras. La ley antigua del Banco Central, recuerda, impedía que una persona sin formación económica fuera presidente del organismo, por ejemplo.
“Ahora, han pasado ingenieros industriales o matemáticos por el cargo”, explica. Ello colaboró con que ninguno de los objetivos del llamado Plan de la Patria 2013-2019, columna vertebral del gobierno de Maduro, se honrara, dice Crespo.
Desplome petrolero y del PIB
Venezuela ha registrado una contracción de 80 por ciento de su producto interno bruto, PIB, en los últimos siete años. Su economía se redujo en 30 puntos solo en 2020, el año de la pandemia del COVID-19.
Ñáñez advierte que el país perdió tres cuartas partes del tamaño de su economía, incluso en el sector petrolero, que representaba entre 90 y 95 por ciento de su PIB anual. La producción petrolera venezolana pasó de 3,5 millones de barriles, en 1999, a solo 400.000 barriles en el último mes reportado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
El gobierno de Chávez dilapidó entre 2000 y 2006 una bonanza petrolera que equivalía al PIB total de los demás países de la región andina, precisa Ñáñez.
“Se desmontó el control institucional sobre la empresa petrolera. Se satanizó el ejercicio legítimo de los cargos gerenciales y fueron expoliados en una purga semejante a la de Stalin”, dice, recordando los despidos de al menos 20.000 integrantes de la industria petrolera venezolana por parte de Chávez.
¿La solución a la caída del PIB de parte del Estado venezolano en los últimos tiempos? Ha sido el equivalente a la “nada”, destaca Contreras.
Hiperinflación inédita
La hiperinflación es la cara más visible de la crisis económica de Venezuela en los últimos tempos.
Desde noviembre de 2017, los precios de bienes, productos y servicios en el país han subido en un promedio mensual superior a los 50 puntos porcentuales. Ello ha destruido los salarios, analiza Crespo.
Según Ñáñez, el germen de la hiperinflación se sembró entre 2008 y 2009 con controles cuyas reglas garantizaban ficticiamente un tipo de cambio favorable.
Crespo, por su parte, remarca que la hiperinflación destruye las estructuras de costos, los inventarios, los sistemas de precios de instituciones y empresas.
“Este cuarto año se proyecta que siga”, augura.
La dolarización de facto en Venezuela ha aparecido en los últimos tres años, sin ser parte de una estrategia del gobierno de Maduro, como una “necesidad” del venezolano, manifiesta.
Ñáñez subraya que el fenómeno hiperinflacionario de Venezuela se convertirá dentro de solo tres meses en el más largo de su tipo en la historia económica. Sostiene además que la ausencia de una solución a la hiperinflación se debe a “un problema del manejo del poder”.
“No puede existir una mejora económica con el quebrantamiento institucional que tenemos”, considera.
¿Las sanciones?
El gobierno de Maduro ha culpado de la crisis económica reciente a las sanciones económicas que impuso la saliente administración de Donald Trump y que, al menos por los momentos, ha continuado la presidencia de Joe Biden.
Economistas y gremios han admitido que algunas de esas sanciones han permeado hacia la población, como la prohibición desde octubre de 2020 a compañías petroleras de enviar diésel a Venezuela cambio de crudo.
La escasez de ese tipo de combustible ha perjudicado la distribución de alimentos y medicinas en el país, reconocen representantes del sector.
Una encuesta reciente de la firma Datanálisis reveló que 74 por ciento de la población rechaza las sanciones estadounidenses, que no han logrado el objetivo de forzar la salida de Maduro del poder y una posterior transición política. “Las sanciones son una consecuencia de la crisis económica”, opina el economista Ñáñez.
“Antes de ellas, en 2017, la contracción del PIB era de 47 puntos porcentuales y la inflación era altísima, de 492 por ciento en 2016”.
Un funcionario de alto rango del gobierno de Biden declaró la semana pasada que las sanciones están en proceso de revisión debido a que “no han funcionado”.