La brutal represión del gobierno contra las manifestaciones lo único que ha conseguido es exacerbar la crisis política en el país y multiplicar la resistencia cívica en las protestas.
Las protestas que se llevan a cabo ininterrumpidamente en Venezuela desde hace casi dos meses contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro no han cedido frente a la férrea represión y se han ido transformando cada vez más en un movimiento de resistencia cívica.
Anoche fuerzas policiales y de la Guardia Nacional arremetieron con bombas lacrimógenas y perdigones contra una multitud de manifestantes que se habían congregado en el barrio capitalino de Chacaíto para demandar la excarcelación del líder del partido Voluntad Popular (VP), el opositor Leopoldo López.
Dirigentes del VP habían convocado una marcha hasta el Tribunal Supremo para exigir la liberación de López y de estudiantes detenidos durante las protestas que sacuden al país desde el pasado 12 de febrero con saldo hasta ahora de al menos 39 muertos y más de 600 heridos.
Pero al verse rodeados por fuerzas de seguridad decidieron quedarse alrededor de la plaza José Martí en una vigilia pacífica de 24 horas seguidas. Sin embargo, luego del atardecer fueron dispersados brutalmente por fuerzas antimotines, y según testigos varios manifestantes resultaron heridos.
El gobierno alega que las manifestaciones son parte de un golpe de estado orquestado por políticos de la derecha “fascista” en contubernio con Estados Unidos, pero lo cierto es que lo que se inició como revueltas estudiantiles ha ido tomando de manera creciente carácter de resistencia civil.
El detonante de las protestas fue la falta de libertades, la aguda escasez de productos básicos y la inseguridad ciudadana que vive el país, pero a las manifestaciones se han ido incorporando reclamos populares también contra la injerencia de Cuba en Venezuela y la propia represión por parte del gobierno.
Desde la prisión, el líder López marcó la pauta para el rumbo que han ido tomando las protestas, al recordarles en el último de sus mensajes a los venezolanos que podían esperar justicia de una dictadura.
El pueblo “debe luchar por sus derechos. Pueblo de Venezuela: no te rindas. Yo no lo haré. Sigamos firmes en nuestra lucha. En la calle pero en paz”.
Esta semana, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) advirtió que el país vive una crisis “sumamente grave”, acusó al presidente Maduro de querer imponer “un gobierno totalitario” y denunció “la abusiva y desmedida represión, las torturas y la persecución judicial a los alcaldes y diputados contrarios al oficialismo”.
Pero el gobierno ha hecho oídos sordos ante los reclamos de que dé una salida política pacífica a la crisis y su respuesta ha sido incrementar la represión, incluidas agresiones a 129 periodistas, entre ellos 31 corresponsales extranjeros, según ha denunciado el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.
Anoche fuerzas policiales y de la Guardia Nacional arremetieron con bombas lacrimógenas y perdigones contra una multitud de manifestantes que se habían congregado en el barrio capitalino de Chacaíto para demandar la excarcelación del líder del partido Voluntad Popular (VP), el opositor Leopoldo López.
Dirigentes del VP habían convocado una marcha hasta el Tribunal Supremo para exigir la liberación de López y de estudiantes detenidos durante las protestas que sacuden al país desde el pasado 12 de febrero con saldo hasta ahora de al menos 39 muertos y más de 600 heridos.
Pero al verse rodeados por fuerzas de seguridad decidieron quedarse alrededor de la plaza José Martí en una vigilia pacífica de 24 horas seguidas. Sin embargo, luego del atardecer fueron dispersados brutalmente por fuerzas antimotines, y según testigos varios manifestantes resultaron heridos.
El gobierno alega que las manifestaciones son parte de un golpe de estado orquestado por políticos de la derecha “fascista” en contubernio con Estados Unidos, pero lo cierto es que lo que se inició como revueltas estudiantiles ha ido tomando de manera creciente carácter de resistencia civil.
El detonante de las protestas fue la falta de libertades, la aguda escasez de productos básicos y la inseguridad ciudadana que vive el país, pero a las manifestaciones se han ido incorporando reclamos populares también contra la injerencia de Cuba en Venezuela y la propia represión por parte del gobierno.
Desde la prisión, el líder López marcó la pauta para el rumbo que han ido tomando las protestas, al recordarles en el último de sus mensajes a los venezolanos que podían esperar justicia de una dictadura.
El pueblo “debe luchar por sus derechos. Pueblo de Venezuela: no te rindas. Yo no lo haré. Sigamos firmes en nuestra lucha. En la calle pero en paz”.
Esta semana, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) advirtió que el país vive una crisis “sumamente grave”, acusó al presidente Maduro de querer imponer “un gobierno totalitario” y denunció “la abusiva y desmedida represión, las torturas y la persecución judicial a los alcaldes y diputados contrarios al oficialismo”.
Pero el gobierno ha hecho oídos sordos ante los reclamos de que dé una salida política pacífica a la crisis y su respuesta ha sido incrementar la represión, incluidas agresiones a 129 periodistas, entre ellos 31 corresponsales extranjeros, según ha denunciado el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.