VOA en la planta de Fukushima

El corresponsal de la Voz de América, Steve Herman, relata su visión sobre la desertización del entorno de Fukushima.

El corresponsal de la Voz de América Steve Herman fue uno de los dos primeros reporteros estadounidenses en llegar a la zona de la dañada planta nuclear de Fukushima, pero ninguno de los dos ha podido traspasar la puerta principal.

Desde el terremoto de magnitud 9 que castigó a Japón el pasado 11 de marzo y el consiguiente tsunami, pocos periodistas han logrado alcanzar el lugar en el que se encuentra la planta nuclear con facilidad.

Los enviados especiales son los primeros en llegar a cualquier lugar donde haya sucedido una catástrofe o a las zonas de combate, pero el temor del perjuicio físico por un enemigo invisible parece haber limitado su instinto periodístico.

Pese a las recomendaciones, Japón no ha impuesto ninguna restricción legal a permanecer en la zona más afectada por la radiación, en las proximidades de la planta.

Si bien, se espera un cambio repentino en este sentido, según el gobierno japonés, que advirtió que añadiría nuevos municipios a la "zona de evacuación deliberada" y anunció que todo el área quedaría fuera de los límites legales.

A medida que avanzábamos hacia la "zona cero" pasamos kilómetros de campos de los agricultores que han huido. Durante la mayor parte del trayecto de 20 kilómetros sólo vimos a policías, militares y otros vehículos oficiales. Incluso a aquellos se les que podía contar con una sola mano.

No vimos a ninguna de las 18.500 personas que habitaban la zona de Okuma y Futaba. Las puertas de algunos negocios permanecen abiertas, dejando ver la rápida huida de algunas personas cuando la tierra se sacudió con una furia sin precedentes.

Algunas de las carreteras no se pueden transitar en un coche normal, ya que el pavimento se rompió por el sismo. Un paso elevado del ferrocarril se encuentra arrugado junto a una carretera y los postes de energía están inclinados en ángulos agudos.