Un volcán entró en erupción el jueves en la noche en el suroeste de Islandia por sexta vez desde diciembre y arrojó lava a través de una nueva fisura en la península de Reykjanes.
La erupción comenzó poco después de las 9:00 de la noche del jueves tras una serie de potentes sismos y, en menos de una hora, una fisura de 4 kilómetros (2,4 millas) atravesaba en el cráter del Sundhnúkur.
Las autoridades islandesas afirman que los efectos de la erupción siguen siendo localizados, con cierres de carreteras, pero no suponen una amenaza para la población.
A diferencia de erupciones previas, la lava no se dirige a la localidad de Grindavik, explicó Halldór Björnsson, director de meteorología y clima de la Agencia Meteorológica de Noruega, a la web noticiosa islandesa Vísir. Grindavik fue evacuado casi en su totalidad en diciembre cuando el volcán recuperó la actividad tras 800 años de calma.
Magnús Tuma Guðmundsson, un geofísico que sobrevoló los centros eruptivos el jueves dijo a la web que “si continúa así, Grindavík no corre peligro. Por supuesto, no sabemos qué ocurrirá en un futuro próximo, pero es probable que esto haya alcanzado su punto álgido y empiece a remitir como las demás erupciones”.
También lea Un ligero descenso de temperaturas hace del martes el segundo día más caluroso de la historiaCuando se dio a conocer la noticia de la erupción, cientos de curiosos se acercaron a los miradores cercanos para contemplar el impresionante fenómeno natural que se ha convertido en una atracción turística clave.
“Pensamos que era una aurora boreal", dijo Mahnoor Ali, de Maryland, Estados Unidos. “Honestamente, esto es lo más increíble que he visto en mi vida".
Ameerul Awalludin y Shohei Miyamito, dos amigos de Malasia y Japón, respectivamente, estaban con un amigo islandés cuando se enteraron de la noticia y se acercaron rápidamente.
“Nosotros también tenemos un volcán", dijo Miyamito, pero “no podemos ver lava así".
Para quienes viven y trabajan en la península de Reykjanes, las erupciones y las posteriores órdenes de evacuación serán motivo de frustración.
Las repetidas erupciones cerca de Grindavík, una localidad de 3.800 habitantes a unos 50 kilómetros (30 millas) al suroeste de la capital, Reykjavik, han dañado infraestructura y propiedades y han obligado a muchos de los residentes a trasladarse para garantizar su seguridad.
Los pocos que habían regresado se vieron obligados a marcharse nuevamente el jueves por la noche, cuando los fuertes vientos arrojaron columnas de gas tóxico sobre el pueblo.
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El balneario geotérmico de la Laguna Azul, que está cerca y es una de las mayores atracciones turísticas de Islandia, también fue evacuado, según la prensa local.
El spa fue cerrado el viernes, pero el personal se estaba preparando para reabrirlo, dijo Helga Árnadóttir, gerente de ventas, operaciones y servicios, a la emisora nacional RUV.
Islandia, que está sobre un punto volcánico con mucha actividad en el Atlántico Norte, tiene un promedio de una erupción cada cuatro o cinco años. La más grave de los últimos años fue en 2010, cuando el volcán Eyjafjallajokull arrojó nubes de ceniza a la atmósfera e interrumpió el tráfico aéreo transatlántico durante meses.
No se espera que esta erupción afecte al tránsito aéreo.
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