Honduras, uno de los países que conforman la ruta migrante de Centroamérica en el Triángulo Norte, ha registrado un incremento en la llegada de grupos migratorios provenientes de África, Cuba y Haití, algo que preocupa al organismo humanitario Médicos Sin Fronteras (MSF) que teme una crisis sanitaria.
El organismo hizo énfasis en que las necesidades para atender a los migrantes son “urgentes” después de varios meses viajando por una larga y difícil ruta desde Panamá. Además denunció que los costos migratorios que estos grupos tienen que pagar para pasar por Honduras son elevados.
MSF afirma que uno de los obstáculos que retiene a los migrantes “varados en Trojes", localidad hondureña en la frontera sur con Nicaragua, es el hecho que deben pagar la multa de 4.600 lempiras -equivalentes a 190 dólares- por ingreso irregular que cobra el Instituto Nacional de Migración (INM) de Honduras, “la más costosa de toda esta ruta migratoria”.
En una nota de prensa MSF reportó que solo en los meses de marzo y abril, sus equipos habían brindado atención médica a cientos de personas migrantes que se encontraban estancadas en la localidad.
Otro organismo que también ha alertado sobre el aumento de la población migrante en territorio hondureño y las condiciones precarias en las que se encuentran es la Cruz Roja. La institución reportó recientemente que alrededor de 1.500 migrantes “se acumulan en Troje” a la espera de continuar en su éxodo hacia EE. UU.
Según datos del Instituto de Migración hondureño en lo que va del año se han realizado 2.500 detenciones de personas que intentaban cruzar el país de forma irregular. Además, se reporta que el mayor número de migrantes provienen de Cuba y Haití, quienes representan el 48% del flujo migratorio.
El resto provienen de Haití, Chile, Brasil Sierra Leona, Congo República Democrática, Eritrea, Ghana y Nicaragua.
Dina Aloi, coordinadora del proyecto de MSF en Tegucigalpa, dijo que han sido “testigos de las terribles condiciones en las que se encuentran estas personas. No tienen alojamiento seguro, su comida es escasa, su condición de salud es precaria, y la gestión de sus trámites migratorios es muy lenta”.
Otro tema que alarma a las instituciones humanitarias es que tampoco “poseen los recursos para mantener las condiciones adecuadas de bioseguridad” que les permitan evitar infecciones o enfermedades como el COVID-19.
Además, señalan que el INM ha establecido un número limitado de permisos por día, lo que ha generado que el tiempo de espera aumente de 3 a más de 15 días. Estos obstáculos obligan a los migrantes a buscar rutas cada vez más peligrosas, exponiendo su salud y hasta su vida.
“Es necesario que las autoridades reconozcan la situación humanitaria que vive la población migrante en el sur del país y que aumente y mejore su respuesta a las necesidades de esta población, principalmente reduciendo los obstáculos existentes”, pidió la MSF.
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