CORNWALL, Reino Unido - Con el anuncio del jueves del presidente estadounidense Joe Biden acerca de que su administración está donando 500 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer a 92 países de ingresos bajos y medianos, Estados Unidos pretende liberarse de la incómoda reputación de ser un acumulador de vacunas.
Biden no podría haber elegido un momento y lugar más oportunos para el anuncio: un día antes del inicio de la cumbre del G-7, una reunión de las democracias más avanzadas del mundo en Reino Unido. Al hacerlo, está poniendo un listón muy alto para que las naciones ricas hagan lo mismo.
Según la Casa Blanca, los 500 millones de dosis de Pfizer se entregarán en junio del próximo año, incluidos 200 millones para fines de 2021. La Administración Biden dijo que la donación "servirá como base para un esfuerzo coordinado de las democracias del mundo para vacunar a todas las personas".
Las dosis, entregadas por Estados Unidos a través de COVAX, el mecanismo de intercambio de vacunas de las Naciones Unidas, se suman a los 80 millones ya comprometidos que se entregarán a fines de junio. Además, Estados Unidos ha donado 2.000 millones de dólares a COVAX.
Estados Unidos prometió 2.000 millones de dólares adicionales para donar a través de COVAX, pero ahora está redirigiendo el dinero para ayudar a pagar las 500 millones de dosis donadas, que tiene un costo estimado de 3.500 millones de dólares.
El anuncio de Biden es una señal de que Estados Unidos "no es tan intensamente provinciano y centrado en el interior", dijo Leslie Vinjamuri, directora del programa de Estados Unidos y América en Chatham House. Eso ha sido una gran preocupación a nivel mundial, dijo Vinjamuri, no solo durante los años de Trump, sino también durante los primeros meses de la Administración Biden, cuando Washington no compartía dosis a pesar de una sobreoferta masiva.
Las organizaciones humanitarias aplaudieron la medida. Tom Hart, director ejecutivo interino de The ONE Campaign, una organización que trabaja para poner fin a la pobreza y las enfermedades prevenibles, instó a otros países del G-7 a seguirlo.
"Esta acción envía un mensaje increíblemente poderoso sobre el compromiso de Estados Unidos de ayudar al mundo a combatir esta pandemia y el inmenso poder del liderazgo global de Estados Unidos", dijo Hart en un comunicado.
¿Lo seguirán otros países del G7?
El primer ministro británico, Boris Johnson, también prometió el jueves "millones" de dosis para los más pobres del mundo.
"En Carbis Bay, el G-7 se comprometerá a distribuir vacunas para inocular el mundo a fines del próximo año, y millones provenientes del excedente de existencias del Reino Unido", anunció Johnson en un comunicado.
Pero no está claro si otros miembros del G-7 lo seguirán de inmediato. Los países se encuentran en diferentes etapas de vacunación de sus propias poblaciones. Japón y Canadá, que tienen tasas de vacunación inferiores al 10%, no están en condiciones de ser tan generosos.
Además de donar vacunas, el G-7 también está bajo presión para renunciar a las patentes de vacunas. Estados Unidos ha apoyado la renuncia a los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas, la llamada exención TRIPS en la Organización Mundial del Comercio. Pero la Unión Europea está impulsando una propuesta diferente, la concesión de licencias obligatorias para aumentar la producción de vacunas.
El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, dijo a la VOA que los diferentes enfoques no serán un punto de discusión en el G-7.
“Anticipo la convergencia, porque todos estamos convergiendo en torno a la idea de que necesitamos impulsar el suministro de vacunas de varias formas”, dijo Sullivan.
La Administración de Biden sabe que Europa probablemente se mantendrá firme en no apoyar la exención, dijo Vinjamuri de Chatham House. Lograr que todos los miembros de la OMC estén de acuerdo en una exención es un proceso largo y desafiante, simplemente es más fácil donar vacunas que permitir que los países las produzcan sin temor a ser demandados.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo a VOA que Estados Unidos continuará las negociaciones de la OMC, pero no brindará detalles sobre si Biden apoyará su peso diplomático en el G-7.
Cumbre Biden-Johnson
El presidente Biden y el primer ministro Johnson se reunirán el jueves más tarde. El mundo estará observando cómo los dos líderes interactúan considerando desacuerdos pasados, incluido el Brexit, como se conoce a la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, a la que se había opuesto la Administración Obama-Biden.
"La química no ha sido buena. El presidente Biden había llamado a Boris Johnson un clon de Donald Trump", dijo Dan Hamilton, director del Programa de Europa Global en el Wilson Center.
A Biden, que es de ascendencia irlandesa, también le preocupa que el Brexit pueda socavar el Acuerdo del Viernes Santo, que facilitado por Estados Unidos en 1998 y que trajo la paz a Irlanda del Norte, que es parte del Reino Unido.
Según el acuerdo del Brexit, Irlanda del Norte sigue siendo parte del mercado único de la UE, pero ya no forma parte de la unión, lo que significa que se debe implementar una frontera aduanera. La Administración Biden quiere asegurarse de que nada en el Brexit pueda poner en peligro las perspectivas de paz.
El apoyo de Biden al Acuerdo del Viernes Santo es "sólido como una roca", dijo a VOA el Asesor de Seguridad Nacional Sullivan.
"Ese acuerdo debe ser protegido, y cualquier paso que lo perjudique o lo socave no será bienvenido por Estados Unidos", dijo Sullivan, quien no quiso decir si Johnson está socavando el acuerdo.
A pesar de estas tensiones, Biden está muy comprometido en la asociación entre Estados Unidos y el Reino Unido, dijo Vinjamuri. "Realmente utilizando la relación histórica y profunda de Estados Unidos con Gran Bretaña para afirmar los valores de la democracia, el liberalismo y la libertad".
El Gobierno de Johnson acaba de concluir una revisión integral de su estrategia de política exterior, que incluyó una reafirmación de la relación especial entre los dos aliados.
Los líderes acordaron una nueva Carta del Atlántico, inspirada en la declaración hecha por el entonces primer ministro británico Winston Churchill y el expresidente Franklin D. Roosevelt en 1941 para promover la democracia y el libre comercio y que fue fundamental para dar forma al orden mundial posterior a la Primera Guerra Mundial.
La Carta del Atlántico de 2021 subraya, que con valores similares y fuerza combinada, los dos países trabajarán juntos para enfrentar los enormes desafíos que presenta el planeta, desde COVID, el cambio climático hasta el mantenimiento de la seguridad global.
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