Amy Coney Barrett fue juramentada este lunes por la noche en la Casa Blanca por el juez Clarence Thomas como magistrada de la Corte Suprema de Estados Unidos en una ceremonia al aire libre, poco después de haber sido confirmada por la mayoría republicana del Senado.
“El juramento que tomé solemnemente esta noche significa en el fondo que haré mi trabajo sin ningún temor ni favor y que lo haré independientemente tanto de los poderes políticos como de mis propias preferencias. Amo la Constitución y la república democrática que establece y me dedicaré a preservarla ", prometió Barrett.
El Senado de Estados Unidos dio luz verde a la nominación de Amy Coney Barrett como nueva juez de la Corte Suprema este lunes como se había previsto. Su aprobación se produjo a una semana de las elecciones presidenciales, tras 52 votos favorables y 48 en contra.
La senadora republicana Susan Collins se desmarcó de sus compañeros de partido y se unió al voto de los demócratas. La política de Maine había expresado su preocupación y se mostró contraria a la nominación porque consideraba que la votación se estaba celebrando muy cerca de las elecciones.
La propuesta de Barrett para ocupar el puesto de la juez liberal Ruth Bader Ginsburg había generado críticas entre la bancada demócrata que consideraba que el presidente Donald Trump debía esperarse a los resultados de las elecciones del 3 de noviembre basándose en la misma razón, que los comicios eran relativamente pronto.
Pese a esos comentarios, el mandatario defendió que la nominación de la jueza número 115 era algo que le ocupaba hacer a él, acogiéndose al derecho que tiene como presidente de Estados Unidos. Así que él continuó con sus planes y anunció el nombre de Barrett, una juez conservadora según la prensa estadounidense.
“Este es un día trascendental para Estados Unidos”, expresó Trump durante el evento en los exteriores de la Casa Blanca y al que acudieron unas 200 personas.
Con la confirmación de Amy Coney Barrett, de 48 años, se crea una mayoría conservadora de 6-3 en el tribunal superior. Ella se convierte así en el tercer juez de la máxima corte nombrado por el presidente Donald Trump, tras las confirmaciones de Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh.
Según AP, ningún otro juez de la Corte Suprema ha sido confirmado en votación registrada sin el apoyo del partido minoritario en al menos 150 años.
Los demócratas argumentaron que la decisión de elegir a un candidato para el escaño debería haberse dejado en manos del candidato que gane las elecciones presidenciales, una postura que mantuvieron los republicanos cuando hubo una vacante en el año electoral a principios de 2016. Los republicanos luego se negaron a considerar la nominación del juez de apelación Merrick Garland por el presidente demócrata Barack Obama.
Barrett no podrá participar en la corte hasta que no tome el juramento judicial ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, cuya ceremonia está prevista para este martes.
"El Senado está haciendo lo correcto", dijo el domingo el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, al adelantar la confirmación de Barrett. "Estamos haciendo avanzar esta nominación".
La senadora Elizabeth Warren, demócrata de Massachusetts, calificó el voto como "ilegítimo" y "el último suspiro de un partido desesperado", informó AP.
Barrett podría potencialmente considerar disputas electorales que involucren a Trump, aunque no está claro si ella podría recusarse ya que Trump la nombró a la corte. Ella se negó a decir en sus audiencias de confirmación ante el Comité Judicial del Senado hace dos semanas si evitará escuchar disputas sobre plazos extendidos para que los votantes devuelvan las boletas por correo y otros temas que los republicanos y demócratas están impugnando.
Es casi seguro que Barrett estaría entre los jueces que escucharían un nuevo desafío el 10 de noviembre sobre si invalidar la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio del país, que Trump ha buscado revocar.
La ley, conocida popularmente como Obamacare en honor al ex presidente que defendió su aprobación en 2010, es una medida que ayuda a brindar atención médica a millones de estadounidenses. Su destino es una preocupación crucial para muchas personas en medio del creciente número de nuevos casos de coronavirus en los Estados Unidos.
Los republicanos han argumentado durante mucho tiempo que Obamacare cuesta demasiado a los contribuyentes y le da al gobierno demasiado control sobre la atención médica. En 2017, el Congreso liderado por los republicanos eliminó el mandato de la ley que exige que las personas compren un seguro médico si pueden permitírselo. Ahora quieren que la Corte Suprema invalide todo el estatuto, diciendo que sin esa disposición de seguro clave, el resto de la legislación no es válida.
Con la colaboración de Antoni Belchi