Con varios préstamos bancarios y una decisión de emprender, Cristhian Fajardo logró montar un pequeño hotel en su ciudad natal de Masaya, al sur de Managua.
Comenzó en 2005 y asegura que los primeros seis años fueron “duros” para sostenerlo y obtener ganancias. Fue hasta el séptimo año que comenzó a ver resultados de su emprendimiento y comenzó a contratar a más personas.
Pero 12 años después, sus sueños se esfumaron, como literalmente ocurrió en 2018, tras el inicio de las protestas antigubernamentales. Su hotel fue incendiado presuntamente por fuerzas de choque afines al presidente Daniel Ortega y agredieron brutalmente a un familiar suyo que se encontraba administrando el lugar.
Fajardo recientemente puso a la venta su hotel que emprendió con tanto entusiasmo para sobrevivir en Estados Unidos, país donde se exilió luego de haber salido de prisión en Nicaragua.
El líder opositor fue acusado, al igual que su esposa María Adilia Peralta, de financiar al terrorismo, el crimen organizado y el entorpecimiento de servicios públicos por su participación en las protestas contra Ortega. Ambos fueron condenados por la justicia nicaragüense, pero luego absueltos tras la aprobación de una polémica Ley de Amnistía en 2019.
“Ahora me toca trabajar en lo mínimo en Estados Unidos. Ese cambio de un nivel de vida a otro es duro, pero me siento agradecido porque tengo la oportunidad de tener vida. A otros los asesinaron. Unos que quedaron con vida tienen daños irreparables”, reflexiona Fajardo en una entrevista por zoom con la Voz de América.
“Las condiciones con las que nos vinimos aquí son mínimas, incómodas, y al poder realizar la venta de mi negocio, podría montar un pequeño emprendimiento en este país. Tengo mis metas y ese dinero me ayudaría a salir adelante”, señala.
Algunos analistas políticos y opositores como Fajardo, comentan a la VOA que ven el futuro de Nicaragua cada vez más oscuro, todo esto agudizado aún más con las pocas condiciones electorales que Ortega, según indican, ha ido dando para celebrar un proceso transparente.
En las últimas semanas una veintena de personas han sido detenidas en Nicaragua por razones políticas. Seis de ellas habían anunciado su precandidatura a la presidencia.
Las detenciones más recientes se dieron este lunes con el encarcelamiento de cinco opositores. Tres de ellos habían sido beneficiados con la Ley de Amnistía de 2019, bajo la cual salió de prisión Fajardo, pero fueron recapturados por supuesta “traición a la patria”.
Un nuevo flujo migratorio
El defensor de derechos humanos y miembro del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca + , Gonzalo Carrión, quien también se encuentra en el exilio en Costa Rica, sostiene que debido al cierre de los espacios democráticos en el país, el flujo migratorio regular e irregular crecerá aún más que el que se dio en 2018, en donde más de 100.000 nicaragüenses salieron del país.
De hecho, menciona que han conocido de forma directa por medio de registros sobre periodistas y personas excarceladas que han salido de Nicaragua en medio de las detenciones contra opositores.
Carrión ve en “que está en desarrollo un nuevo tiempo de exilio y las causas están relacionadas a la represión y detenciones claramente identificadas por razones políticas”.
Por otro lado, advierte que las personas que continuarán emigrando no serán porque hayan tenido algún involucramiento contra el gobierno, sino por la economía, falta de empleos y desmotivación por el panorama actual inseguridad política y económica.
“Ya son más de 38 meses de crisis de derechos humanos en Nicaragua y crímenes en impunidad. Esto va provocando un efecto muy negativo para la vida política-social del país. Sino sos afectado directo por disentir con el gobierno, podés ser afectado por razones económicas”, lamenta.
El economista Luis Murillo advierte que aunque las proyecciones de diversos organismos nacionales e internacionales apuntan un ligero crecimiento en la economía nicaragüense, el país seguirá en recesión.
“Es bastante difícil lograr superar una crisis de más de tres años con todos estos acontecimientos en un año electoral. Aunque hay flujo económico, no se ha resuelto la parte política y tendremos como efecto una disminución de la actividad económica en menor medida”, indica Murillo a la VOA.
“Los inversionistas están teniendo expectativa. ¿Qué va a suceder luego de las elecciones? Esperarán un poco los resultados, quizás para invertir en 2022”, concluye.
Fajardo por su parte considera que no existen las condiciones para retornar a Nicaragua, aun perdiendo el poder Daniel Ortega, pues asegura que tendría que haber un proceso de desarticular a grupos armados, conocidos como “paramilitares”, que a su juicio son quienes custodian al actual mandatario sandinista.
“Nosotros no podemos regresar porque nos apresan o nos matan. Ya ha habido casos de personas que están presos ahorita y retornaron al país”.
Llegar hasta el final
Pero no todos opinan como Fajardo. Algunos opositores han apostado a continuar organizándose desde Nicaragua, a pesar de las adversidades.
El líder estudiantil Lesther Alemán, quien encaró a Ortega durante el primer diálogo nacional en Nicaragua en 2018 y que fue arrestado el lunes, es uno de ellos
“Estoy preparado para los dos escenarios: cárcel y muerte”, dijo Alemán en una entrevista antes de su arresto. “He preparado a mi familia para esto, y ante este panorama quienes queden deben continuar. Creo en el proceso electoral como la salida definitiva para salir de este régimen. Por mí no tienen que detenerse”.
En esa línea también ha coincidido el joven opositor Holman García, del partido opositor Ciudadanos por la Libertad, quien considera que las elecciones “es a lo que la mayoría de los nicaragüenses hemos apostado como solución a la grave crisis política, social y económica que tenemos a partir de 2018”.
“Evidentemente el contexto al que nos enfrentamos no ha sido fácil y se ha empeorado, porque esa es la carta que ha jugado la dictadura. Apuestan al terror al miedo colectivo, al desinterés, a la apatía, apuestan a la abstención. Ellos saben que la ciudadanía está cansada de su modelo y revolución fracasada y precisamente han actuado a como lo hacen, porque saben que unas elecciones transparentes y libres le van a pasar factura”, comparte.
Y concluye que si bien el exilio “es algo que todos los que estamos en política hemos considerado en algún momento”, de momento no ha tomado esa decisión.
“Yo no considero todavía exiliarme. No lo descarto, pero en este momento no. En estos momentos me estoy dedicando a trabajar de lleno en el proceso electoral y sumar esfuerzos desde mi activismo”, indicó.
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