Anita Vidal tiene un refugio de perros en Caracas. El año pasado albergaba a 18 mascotas, pero ahora cuida a 36. Explica que, años atrás, recogía animales de la calle, pero con la crisis económica y la migración, los dueños se han visto en una encrucijada.
"A diario, tenemos casos de animales que son botados en la calle. Que la gente ve cómo los bajan de los carros. Animales que se sabe son abandonados, porque tienen collar. Le raspan el número de teléfono o les quitan la placa. Ha habido momentos que hemos tenido más perros de raza que perros mestizos de la calle", advierte.
Cuenta que algunos dueños que han emigrado los entregan en albergues caninos esperando que una familia los adopte, o mientras logran estabilizarse en el país de destino para luego hacer los trámites y llevarlos consigo.
Vidal comparte con Judith Jaimes la responsabilidad de atender a la treintena de perros en una casa de tres plantas en el sureste de Caracas. Advierte que cada vez se hace más difícil atender a las mascotas, porque reciben pocas donaciones y las bolsas de 18 kilos de alimento canino valen entre 35 y 65 dólares, montos que en Venezuela equivalen a un año completo de salario mínimo. "Tenemos que rendir la comida con arroz, con pollo, con hígado de pollo, con restos", explica Jaimes.
Pero la crisis, según Alexaida Torres, empleada de un centro veterinario en Caracas, ha hecho que algunos dueños de mascotas llamen pidiendo servicios considerados antiéticos. "Algunas personas llaman a la clínica para pedir servicio de dormirlo aunque el perro no está ni enfermo, ni está sufriendo. Me dicen: lo quiero poner a dormir porque me voy del país y no tengo con quién dejarlo”, aseguró.