La “Marcha de la Nueva Bielorrusia” sigue colmando calles y avenidas de la nación para exigir la renuncia del presidente Alexander Lukashenko, en el poder desde hace 26 años.
La candidata presidencial Sviatlana Tsikhanouskaya, de 37 años y exiliada en la vecina Lituania, la oposición y los manifestantes, lo acusa de fraude en las pasadas elecciones del 9 de agosto y de aferrarse al poder. Todos ellos exigen que sean convocadas nuevas elecciones. Muchos manifestantes han sido detenidos y los prominentes opositores Olga Kovalkova y Sarhei Dyleuski fueron arrestados el lunes cerca de la entrada de una fábrica en Minsk.
Este martes ambos comparecieron ante el tribunal tras una noche en la cárcel. Han sido citados a declarar esta semana otros opositores que integran el recién creado Consejo de Coordinación de la Oposición, entre ellos la escritora Svetlana Alexievich, ganadora del Premio Nobel de Literatura, que será interrogada el miércoles.
El gobierno de Estados Unidos declaró el pasado jueves que respalda “la soberanía y la integridad territorial de Bielorrusia”, así como las aspiraciones de ese pueblo “a elegir a sus líderes y elegir su propio camino”. En un comunicado de prensa, el Departamento de Estado mostró su preocupación por lo ocurrido tras lo que catalogó como "fallidas" elecciones: “Condenamos enérgicamente la violencia perpetrada contra manifestantes pacíficos y periodistas, el arresto de candidatos de la oposición y manifestantes pacíficos en Bielorrusia”.
A su vez instó al gobierno bielorruso “a que acepte la oferta de la presidencia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa a (OSCE) de facilitar el diálogo e involucrar a todas las partes interesadas”.
El exdirector para Rusia y Asia Central del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU. y miembro principal de Carnegie Endowment for International Peace, Paul Stronski, declaró a Radio Free Europe/Radio Liberty: "Todo el mundo conoce el manual ruso después de 2014 y está preocupado por él, pero Occidente y Rusia están siendo mucho más cuidadosos ahora que antes", dijo. "Las protestas en Bielorrusia no son geopolíticas y Occidente no busca cambiar eso".
También en entrevista con Radio Free Europe/Radio Liberty, el director para Europa Central y Oriental del German Marshall Fund en Berlín, Joerg Forbrig, aludió a la crisis actual y a lo que estaría esperando Europa.
"El tono de la UE sugiere un claro reconocimiento del papel de Rusia en el resultado y que todavía hay algunas esperanzas de que sea posible interactuar con Rusia de manera constructiva", afirmó Forbrig.
"Nos ocuparemos de ellos"
Pero un desafiante Lukashenko, de 65 años, no parece hacer acuse de recibo a la crisis. Imágenes de la televisión estatal lo mostraron en un helicóptero sobrevolando las protestas muy cerca de su residencia en el Palacio de la Independencia de Minsk: "Se han dispersado como ratas", se le escuchó decir un video publicado por la agencia de noticias Belta.
Luego aterrizó en su residencia fuertemente custodiada por la policía. Estaba protegido con un chaleco antibalas y sostenía un rifle de asalto: "Estamos con ustedes hasta el final (...) "Gracias. Chicos, ustedes son geniales. Nos ocuparemos de ellos", gritó Lukashenko a los agentes que son parte de la fuerza a la que ha ordenado reprimir las manifestaciones.
Muchas de las principales figuras de la oposición bielorrusa están en la cárcel o han huido del país. El Comité de Coordinación de la Oposición tiene como objetivo declarado promover un traspaso pacífico de gobierno.
Lukashenko, que desde que comenzaron las protestas habla con frecuencia por teléfono con su aliado ruso, Vladimir Putin, sostiene que el plan de la oposición es un intento ilegal de tomar el poder.
"Bielorrusia ha cambiado y las autoridades tendrán que hablar con nosotros", dijo esta semana a la prensa Maria Kolesnikova, miembro del Comité de Coordinación de la Oposición.
En busca de respuestas sobre las causas de la actual crisis en Bielorrusia y los posibles escenarios, la Voz de América conversó con el historiador y periodista Alvaro Alba *, analista especializado en temas de países de Europa del Este y Rusia y Director de Noticias de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB, por sus siglas en inglés)
VOA: Lukashenko es el gobernante europeo con más años en el poder. ¿Qué debemos saber de su origen y rol en la política nacional para entender las protestas en Bielorrusia?
Alexander Lukashenko es el clásico dirigente nacido, formado dentro de la Unión Soviética, que mantiene las características de país modelo soviético para Bielorrusia. No solamente el que haya retornado los símbolos patrios como la bandera, -porque Bielorrusia cuando se independizó de la Unión Soviética volvió a su bandera original de nación independiente-, pero cuando Lukashenko fue elegido presidente en el año 1994, retorna una bandera roja y verde con las mismas simbologías de la Unión Soviética.
Formado como ingeniero agrónomo, dirigió una granja estatal (koljós) en la época soviética y como tal ha mantenido la dirección del país, como si fuera una hacienda agrícola. Sus nexos han sido siempre prorrusos, cercano al Kremlin, aunque en los últimos tiempos ha tenido cierto acercamiento, abriendo las puertas para Occidente, por la necesidad de inversión y los altos costos del petróleo ruso. En el pasado expulsó a diplomáticos de Occidente, entre ellos funcionarios estadounidenses.
Lukashenko es un gobernante autoritario, que en esta ocasión intentó celebrar unas elecciones más abiertas, pero aunque de manera oficial perdió solo el 10 por ciento de los votos, ha perdido también las calles y las avenidas en Minsk y otros pueblos y ciudades de Bielorrusia.
VOA: ¿Por qué los bielorrusos han salido a las calles a pedir la renuncia de Lukashenko?
La gente ha salido a la calle, primero, por el fraude electoral. Los bielorrusos han visto los avances sociales y económicos que tienen sus vecinos, muchos de ellos de la ex Unión Soviética, como Lituania, Estonia y Letonia. Han visto el desarrollo socioeconómico de Polonia, que es su vecino, y han visto también las revoluciones de Ucrania, tanto la Revolución Naranja del 2004 al 2005, como han visto ahora la Revolución de la Dignidad del 2014, las transformaciones de Ucrania, el desarrollo.
Por eso, cuando se ha dado esta oportunidad fueron a las elecciones, y hay que destacar que los opositores, los que se inscribieron inicialmente, fueron apresados, perseguidos, fueron intimidados, y las mujeres de ellos asumieron el rol, como en una época lo hizo Violeta Chamorro (en Nicaragua), Benazir Bhutto (en Pakistán) o Corazón Aquino (en Filipinas).
La mujer en este caso en Bielorrusia es la que ha asumido en este momento la lucha contra el fraude que se desarrolló en las elecciones del 9 de agosto.
También se trata ahora de una crisis política de desgaste tras más de 26 años de Lukashenko en el poder, donde no ha generado beneficios palpables ni ventajas para el pueblo bielorruso.
VOA: ¿Cuál podría ser la salida de esta situación? ¿Podríamos esperar la salida de Lukashenko del cargo como piden los que protestan en las calles?
Mientras más Lukashenko se aferra al poder, más fuerte van a ser las exigencias de salida. En alguna de las variables más factibles, el Kremlin inclusive estaría interesado (...) Pudo en la primera semana de protestas o en los primeros días haber logrado mediante la Asamblea Nacional o el sóviet, como todavía le llaman en esa república, un cambio de la Constitución, donde el siguiera siendo el presidente, pero un primer ministro de la oposición hubiera sido el que llevara las cuestiones diarias económicas, sociales del país. Con eso hubiera salvado la cara.
Ahora simplemente tiene dos opciones: se mantiene en el poder por la represión y la otra puede ser una invasión rusa como vimos en Ucrania, ocupando territorios, en este caso sería la capital, para mantenerlo en el poder. Lo que sería para Rusia más sanciones, mayor aislamiento en la arena internacional.
Lo otro sería una votación, que es lo que está exigiendo el pueblo, una nueva votación, que no sería atípica. Recordemos que cuando la Revolución Naranja, después de dos fraudes en las elecciones presidenciales, el pueblo ucraniano fue a una tercera elección y eligió a Víktor Yúshchenko (2005-2010), después de haber sido víctima de un atentado por envenenamiento de las fuerzas prorrusas en Ucrania.
VOA: ¿Qué opciones tiene la candidata presidencial Sviatlana Tsikhanouskaya, ahora en Lituania?
Todas las oportunidades que pudiera tener para dirigir Bielurrusia será a través de las urnas. La oposición ha creado un Comité Nacional de Coordinación Opositora, han hecho propuestas a la Unión Europea que han sido aceptadas la mayoría de ellas. Pero están conscientes que la voluntad popular tiene que ser a través de las urnas. Aquí no se está hablando de un golpe de Estado de la oposición. Están exigiendo ir a las urnas, que Lukashenko abandone el cargo. Lo vimos en Ucrania, cuando el expresidente (Víktor) Yanukóvich (2010-2014) se fue volando a Rusia y permanece allí todavía escondido. Eso podría ser también una variante, pero, por la fuerza, ni los países vecinos de Báltico o Ucrania piensan invadir.
Sobre Rusia, Putin es impredecible, podemos esperar cualquier acontecimiento.
VOA: ¿Cuáles son los intereses estratégicos que tiene Lukashenko en Latinoamérica?
Cuba y Venezuela son los países que más ha visitado. Con Cuba tiene muchos acuerdos de maquinaria pesada. Cuba siempre ha usado la maquinaria, camiones bielorrusos. Lo mismo en Venezuela, los venezolanos con Hugo Chávez primero y luego con Nicolás Maduro, crearon vínculos de relaciones personales con Lukashenko.
Le interesa sobre todo que le compren a ellos la maquinaria pesada y tener una presencia con sus
productos agrícolas en Cuba y Venezuela. Además le interesa mantenerlos como aliados.
VOA: ¿Qué esperar en los próximos días? ¿Cuáles podrían ser los posibles escenarios?
No soy optimista. Espero un enfrentamiento más tenaz. Vimos el domingo manifestaciones espectaculares, de la población que logró llenar las avenidas principales de Minsk y otras ciudades, y vimos a un Lukashenko muy amenazante, desfilando con un AK-47 en el Palacio Presidencial.
La simbología es clara, el enfrentamiento está delante de nosotros, nos queda simplemente esperar cuál va a ser el que domine.
(*) Alvaro Alba es historiador y periodista especializado en temas de Europa del Este y la ex Unión Soviética. Máster en Historia por la Universidad Estatal de Odesa, Ucrania. Ha publicado entre otros medios en ABC, Diario de Las Américas, el Nuevo Herald. Es autor de los libros En la pupila del Kremlin (2011) y Rusia: la herencia del estalinismo (2012). Es miembro de la Asociación para Estudios Eslavos y del Este de Europa (ASEEES).