Las protestas ciudadanas ocurridas en las últimas semanas en Venezuela, principalmente notorias en el interior del país, nacen del “hartazgo” de la gente por su pobre calidad de vida y no de una respuesta al llamado de líderes políticos de oposición, advierten expertos.
Las manifestaciones han ido creciendo a lo largo del año, a pesar de la pandemia, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS).
Entre enero y agosto, la organización no gubernamental había registrado cerca de 6.000. De ellas, el 80% se originó por la exigencia de sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, conocidos como “Desca”.
Una marcha para reclamar servicios básicos eficientes y salarios dignos de maestros en Yaracuy, un estado del centro occidente de Venezuela, con 780.000 habitantes, dio origen el 25 de septiembre pasado a una seguidilla de protestas en pueblos y municipios de esa región durante al menos cinco días.
Progresivamente, otros caseríos del país se sumaron. El OVCS reportó 190 “manifestaciones pacíficas” que se derivaron de la ocurrida en Yaracuy. Otra razón de los reclamos era la escasez e irregularidades en la venta de gasolina.
Solo este lunes 5 de octubre, el Observatorio registró 130 manifestaciones pacíficas en toda Venezuela, esencialmente protagonizadas por educadores que demandaban mejores reivindicaciones laborales. Juan Guaidó, presidente interino y líder opositor del Parlamento, respaldó sus protestas.
Juan Manuel Track, sociólogo y doctor en procesos políticos contemporáneos, opina que los reproches vistos en lugares “poco tradicionales” de Venezuela reflejan que aún existen espacios donde la gente se atreve a exigir el cumplimiento de las funciones de gobierno, a pesar del temor a la represión.
No nacen de las persuasiones de partidos ni de líderes opositores, observa.
“Son protestas enmarcadas en la crisis de servicios y en la capacidad del Estado de ofrecer bienes y servicios públicos necesarios para el funcionamiento normal de la sociedad. Son espontáneas. No vienen marcadas por una organización política o social que dicte una pauta”, declara a la Voz de América.
María Puerta Riera, politóloga de la Universidad de Carabobo, refrenda la tesis. “Lo más factible es que sean protestas espontáneas”, señala a la VOA.
Sin articulación
Track insiste en que es “ingenuo” pensar que las manifestaciones son una respuesta al llamado a la movilización de parte de Guaidó, quien frecuentemente pide al pueblo venezolano acompañarle en su esfuerzo para destronar a Maduro de la presidencia de la República.
“Si bien la protesta de los educadores [el lunes] es convocada por él, esa convocatoria viene de la mano de las protestas anteriores, que muestran el hartazgo de la gente”, indica.
Track, también experto en ciencias políticas, se pregunta si Guaidó o cualquier otro líder opositor del momento tiene la “credibilidad suficiente” para convocar protestas masivas que trasciendan de un reclamo puntual en poblaciones específicas.
Cree que los partidos políticos de oposición tienen “una debilidad estructural demasiado grande” como para liderar las manifestaciones nacionales.
Nota que ellos, sin embargo, se esfuerzan por “montarse sobre la ola” de las protestas que están ocurriendo en las 23 regiones y hasta en la capital.
“Este llamado a protestar no pareciera estar siendo demasiado orgánico”, dice. “Si no tienen una articulación mayor, desde un proyecto político más amplio, su efectividad para lograr algún tipo de cambio político va a ser muy baja”, acota.
El OVCS registró, en los primeros ocho meses de 2020, 5.811 protestas en Venezuela, de las cuales 1.086 fueron por gasolina y 3.214 por servicios básicos.
Hubo 748 protestas en agosto, equivalentes a 25 diarias. La cifra representa una disminución del 4% en comparación con el mismo mes de 2019.
Puerta Riera considera que el incremento de las protestas en la última semana de septiembre refleja “hartazgo” popular y es un síntoma de que existe una “situación al borde, que está llegando a un límite” en Venezuela.
La docente advierte que la reacción popular ante el colapso de la calidad de vida representa “una oportunidad” para el liderazgo político venezolano.
Teme que, si no se canaliza políticamente, alguna protesta pueda terminar con un saldo negativo de heridos, perseguidos y hasta fallecidos.
“Septiembre es un indicador del clima de desasosiego del interior del país. Son una manifestación desarticulada, pero no débil. Los partidos están muy enfocados en la visión nacional”, asegura.
Guaidó ha propuesto, con la venia del Parlamento, una consulta popular que se realizaría antes de las elecciones parlamentarias de diciembre para preguntar a los electores su parecer sobre esas votaciones y si respaldan los “mecanismos de presión nacional e internacional” para derrocar al “régimen usurpador”.
Puerta Riera cree que todo esfuerzo por movilizar y cohesionar las fuerzas opositoras es “válido”, pero nota una “contradicción” en que esa consulta sirva para pedirle a “terceros actores” que intervengan en el país.
Por ello, recomienda a los políticos venezolanos mostrar más “claridad y transparencia” con la gente para convertirse en sus reales voceros y dirigentes.