Margarita Cisneros se levantó de madrugada el viernes cuando se enteró un día antes que en un hospital público de Managua iban a aplicar la segunda dosis de una vacuna contra el COVID-19.
Los reportes del aumento de casos de COVID-19 en el país durante los últimos tres meses, y que han generado muertes y colapsos en algunos hospitales del país, le aterrorizaban debido a que se encuentra en el considerado como “grupo vulnerable”, ya que fue diagnosticada como hipertensa años atrás.
La desesperación de Cisneros es evidente en otros ciudadanos que formaron filas kilométricas desde horas antes de que abrieran los centros de vacunación. La jornada de vacunación contra el COVID-19 generalmente inicia a las 8.00 a.m. en los hospitales públicos de Nicaragua.
“Estoy aquí desde las 3 de la madrugada”, dijo una señora que llevó una pequeña silla para esperar su turno en medio de la gran fila de personas.
Según médicos independientes, las largas filas son una evidencia de la voluntad de la ciudadanía de ser inmunizada ante una pandemia que avanza sin control en Nicaragua y en donde, según a su criterio, las autoridades lejos de anunciar medidas de distanciamiento social, convoca a aglomeraciones.
Durante la última semana de agosto el Ministerio de Salud reportó el número más alto de contagios desde que llegó el COVID-19 a Nicaragua en 2020. Aún así la vacunación avanza lento, según los expertos.
“La vacunación es muy lenta. Es la primera vacunación en mis cuarenta años en la salud que se da sin ningún tipo de educación a la población”, dice el epidemiólogo Leonel Argüello a la VOA.
Es la primera vacunación en mis cuarenta años en la salud que se da sin ningún tipo de educación a la poblaciónLeonel Argüello, epidemiólogo
El doctor señala que los puntos donde se vacuna, lejos de convertirse en espacios donde las personas puedan protegerse del virus, son focos de contagio.
“No hay distanciamiento para la vacunación. La gente está angustiada, andan como locos buscando la vacuna cuando ya deberían tener un calendario de todo el mes, la gente ya debería saber. Entonces, es angustiante vacunarse. Es un riesgo también en el sentido de que, si no vas protegido, te podés contagiar en el mismo centro de vacunación y, por suerte, tenemos una población que es responsable y anda buscando la vacuna”, indica Argüello.
El experto, que también fue fundador del Ministerio de Salud, considera que no se está utilizando la capacidad que Nicaragua tiene y la experiencia para atender casos de emergencia como el actual.
“El gobierno dice 'hemos vacunado 2 millones, 3 millones de personas, hemos visitado 2 millones de casas', y sólo te hablan de millones. Bueno, ¿dónde están los millones de vacunados? Sí tenemos la capacidad, pero lo que falta es que exista la voluntad política para proteger a la población nicaragüense de esta pandemia que no está causando serios problemas, no sólo físicos, sino también sociales, económicos y de salud mental”, criticó.
Vacunación a paso lento
Hasta el 20 de agosto la Organización Panamericana de Salud (OPS) reportaba que un total de 600.000 personas habían recibido la vacuna contra el COVID-19, de las cuales solo 200.000 correspondían a la finalización del esquema de inmunización.
Argüello señala que es un proceso lento y a la vez alarmante debido a que las autoridades de salud no informan con precisión y claridad sobre el número de casos y de muertes, tampoco las ciudades donde hay más reportes de infecciones y si hay otras cepas del nuevo coronavirus.
“Yo tengo absoluta certeza de que la delta está en Nicaragua, tanto por el comportamiento clínico como por el epidemiológico. Nicaragua tiene la capacidad desde el año pasado, con equipos y con recursos humanos, para poder detectar las variantes", observa. “Lo que pasa es que, ¿de qué sirve que tengás recursos humanos, de qué sirve que tengan la información, si no se comparte? No sirve absolutamente para nada porque no sólo no se comparte con los ciudadanos, que es una obligación del gobierno”.
En medio del rebrote de COVID-19, el Gobierno del presidente Daniel Ortega ha tildado de “terrorismo pandémico” los reportes de médicos independientes y medios de comunicación en el país.
“Vamos en ese programa de protección voluntaria sin dejar de cuidarnos, sin dejar de aplicar todas las medidas que las autoridades de salud recomiendan y sobre todo con alma buena, con conciencia buena, sin alentar o poner oído al terrorismo pandémico, se hace terrorismo comunicacional con el tema del COVID”, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo en una de sus intervenciones en los medios oficialistas en Nicaragua.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones, o bien, síguenos en redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.