Una de cada 10 personas vive con hambre en América Latina y el Caribe, una cifra que aumentó durante la pandemia de COVID-19 y puede crecer aún más con las olas vinculadas a nuevas variantes del virus y los bajos niveles de vacunación, dijo la FAO.
En una entrevista con Reuters, el representante del organismo en Paraguay, Jorge Meza, dijo que una de las mayores preocupaciones de la organización para el próximo año es el contexto impredecible de la pandemia y sus consecuencias en la subalimentación de la población.
"En América Latina y el Caribe estamos con un estimativo de 60 millones de personas con subalimentación, con hambre. El crecimiento del 2019 al 2020 fue de 14% (...) más o menos en un año creció la mitad de lo que creció desde el 2014", dijo Meza el jueves por la tarde en su oficina de Asunción.
"Y la principal preocupación que tenemos es el tema de las olas asociadas a los niveles de la vacunación y la eficiencia de la vacunación (...) eso puede hacer que se reduzcan más los ingresos y la posibilidad de acceso a alimentos, incrementando el hambre", agregó.
América Latina y el Caribe, una región que concentra alrededor de un 10% de la población mundial y una de las más desiguales del planeta, registra cerca de un 20% de los casos globales de COVID-19. Un 80% de la población vive en centros urbanos, lo que facilita la expansión del virus.
Ha habido al menos 272,3 millones de contagios y 5,6 millones de muertes reportadas en el mundo causadas por el coronavirus hasta la fecha.
Los últimos datos de la FAO señalan que Haití concentra el nivel más alto de subalimentación en la región con 46%, mientras Venezuela registra el más elevado en Sudamérica con 27,4% frente a una media móvil previa de 22,2% en 2016/2018.
Argentina alcanzó un 3,9%, con un aumento sostenido en los últimos seis años hasta 2020, en tanto en Bolivia, el porcentaje de personas que pasan hambre es de 12,6%, una marca considerada elevada para un país con una vocación agrícola importante, según Meza.
Otra de las preocupaciones de la FAO es la inseguridad alimentaria que afecta a casi un 42% de las mujeres en la región, frente a un 32,2% de los hombres, una brecha que aumentó sensiblemente desde 2019 e impacta en especial a las mujeres del sector rural.
"La brecha va a estar siempre ahí y cuanto más aguda sea la situación económica, se va a ampliar, sobre todo, si la predicción es que el próximo 2022 tengamos una situación que nos vuelve a cuestionar nuestro sistema económico, con menores ingresos y mayor crisis económica", recalcó Meza.
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