A casi un mes de finalizar el 2021, los precios de los productos de la canasta básica nicaragüense han aumentado significativamente en relación al año pasado, según revelan datos del oficial Instituto Nacional de Información de Desarrollo.
La canasta básica superó la cifra de 15.500 córdobas (unos 450 dólares), de 14.500 córdobas (unos 420 dólares) registrada en diciembre de 2020, o sea 30 dólares más.
Sin embargo, economistas consultados por la Voz de América advierten que el alza podría ser superior a la que informa la institución oficial, lo que perjudica a las familias nicaragüenses, cuyo salario mínimo promedio está alrededor de los 7.000 córdobas, un poco más de 200 dólares.
“Eso significa que la gente vive en una pobreza laboral, los que reciben salario. A eso hay que añadirle las personas que no tienen un empleo formal, lo que significa que un 80% de la población de Nicaragua no tiene capacidad de comprar una canasta básica”, dijo el economista y sociólogo Oscar René Vargas.
Añadió que “esa capacidad de no comprar una canasta básica se expresa en mayor pobreza, menos capacidad de alimentarse correctamente, más desigualdad y más hambre”.
Otro economista, Marco Aurelio Peña, también señala que el incremento del valor de la canasta básica viene erosionando el consumo esencial de los hogares nicaragüenses y el poder de consumo de la mayoría de la población, lo que provoca un aumento de la pobreza, la desigualdad y polarización social.
“Refleja el encarecimiento del costo del nivel de vida del nicaragüense promedio. Esto ha venido erosionando indudablemente el poder adquisitivo del nicaragüense es decir su poder de compra”, dijo Peña.
Por otro lado, “los salarios reales se mantienen en una situación estacionaria porque no hay aumento significativo de los salarios reales. El salario promedio intersectorial en Nicaragua sigue siendo el segundo más bajo de América Central. Ni con el salario promedio más alto se puede cubrir la canasta básica”, explicó.
Los precios de los alimentos representan el 67% del costo total de la canasta básica, por ello su incremento deja menos recursos a los hogares para gastar en otras necesidades básicas.
La carga es más pesada para los hogares de bajos ingresos, que destinan una mayor proporción de sus salarios solo a los alimentos.
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