Una música surreal recibe a una marea de personas que huye de Ucrania. Un aclamado pianista llegó al cruce fronterizo de Medyka, y sus acordes resuenan sobre la multitud que se organiza en este pequeño poblado de Polonia, ahora el eje de la nueva crisis de refugiados en Europa.
El pianista alemán Davide Martello ha visitado numerosas zonas de conflicto en los años recientes, remolcando tras su bicicleta, en un vehículo auxiliar motorizado, un gran piano con un símbolo de paz pintado en blanco sobre la tapa.
Los niños lo rodean mientras las melodías tranquilizan a los refugiados. Después de peligrosas jornadas para escapar de la guerra lucen confundidos. La euforia ha dado paso al agotamiento.
Crisis de refugiados
Al menos 1,7 millones de personas han huido de Ucrania a los países vecinos desde que comenzó la invasión rusa, creando la crisis de refugiados de mayor crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Y están siendo bien recibidos.
La mayoría de los recién llegados son transportados en autobuses a centros de recepción alejados de la frontera. Algunos tienen familiares o amigos en Polonia o en otras partes de Europa donde pueden quedarse. Otros aceptan ofertas de transporte en autos de voluntarios y de alojamiento en ciudades del continente.
Pero hay muchos que no tienen donde ir. Ellos reciben camas en albergues improvisados en escuelas, teatros y gimnasios cerca de la frontera. Desde allí, podrán contactar a ciudadanos polacos que ofrecen habitaciones e incluso apartamentos completos y casas.
Albergues
Yevgenia, quien no quiso dar su nombre completo, dijo a Voz de América que llegó recientemente a un albergue en una escuela en el poblado de Przemysl. Tres de sus cuatro hijos estaban a su lado.
“Mi esposo está en Ucrania, no lo dejaron salir”, relató. “También mi hijo mayor, de 18 años, tuvo que firmar (con el ejército). Así que estamos separados, aunque estamos en contacto constante. Hemos creado un grupo familiar (de mensajería) y nos mantenemos informados de lo que sucede, nos vemos unos a otros todo el tiempo”.
Yevgenia dice que fue bien recibida en Polonia. “Los voluntarios vinieron a ofrecer oportunidades, a dónde podemos ir, dónde hay trabajo. Queremos trabajar para no ser dependientes de nadie y así podremos ser útiles para algo”, dijo a VOA.
La directora de la escuela, Malgorzata Ziober, dirige el albergue. Dice que ahora tiene a cientos de refugiados a su cuidado.
“Los peores momentos, por ejemplo, son cuando llega un minibús de noche y recibimos bebitos de cuatro o cinco meses. Es muy emotivo y creo que no todos están capacitados para lidiar con eso. Nosotros podemos porque somos fuertes, pero no sé por cuánto tiempo. Siempre que tengamos la fortaleza, ayudaremos”, explicó.
Trauma
En un edificio aledaño, un centro cultural fue transformado en albergue temporal. El personal, cuyo trabajo regular es preparar conciertos y proyección de películas, se ha transformado en chefs, niñeros y consejeros para los refugiados.
Han estado abrumados con las donaciones de los residentes y negocios de la localidad.
“Para muchos de ellos la separación es un gran trauma. Están llorando. Entonces se muestran muy agradecidos de haber llegado aquí, de que haya tantas buenas personas. Pasados dos o tres días, nos acostumbramos los unos a los otros y se forma un vínculo entre todas esta personas y se convierten en una gran familia”, dijo a VOA un político local, Janusz Zapotocki, mientras ayudaba a enviar suministros al albergue.
“Al principio los refugiados están impactados, quieren gritar, quieren vociferar lo que han experimentado, cómo se escaparon. Entonces se calman poco a poco y se acostumbran a la nueva realidad, a que tienen que seguir viviendo”, añadió.
Los lazos entre Polonia y Ucrania
Los lazos históricos están muy arraigados en la frontera. La catedral de la Iglesia católica greco ucraniana está situada en el pintoresco centro antiguo de Przemysl, en el lado polaco de la frontera. Sus inmensas campanas resonaron por todo el pueblo el domingo por la mañana mientras un servicio especial de oraciones y recaudaciones se organizó para el pueblo ucraniano.
El servicio fue transmitido en vivo por televisión a toda Polonia.
A pesar de la calurosa acogida, muchos refugiados ucranianos en los albergues expresan que abrigan la esperanza de regresar a sus casas en pocas semanas, confiando en que toda esta locura pase pronto.
Mientras repasan sus teléfonos y observan las imágenes de destrucción y muerte en la tierra que dejaron atrás, parte de esa esperanza comienza visiblemente a evaporarse.
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