Eran las cinco de la mañana cuando sonó la radio y un oficial de la policía le informó a la fotoperiodista Ángeles García que cerca de su casa había un “colgado”, una noticia que la obligaba a despertar y a levantarse para ir a trabajar.
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“Así en pijama y nada más, me puse los tenis, agarré mi carro y vámonos. Yo no sabía a lo que iba. Yo pensaba encontrarme el cuerpo, ya a lo mejor lo habían descolgado o tirado en el piso", contó a la Voz de América.
Para su sorpresa, dice, el fallecido aún estaba desnudo, con sus partes íntimas mutiladas, sobre su boca, y amordazado. La escena la marcó para siempre, asegura. Aquella fotografía fue publicada en medios nacionales y extranjeros.
Esta escena es una de muchas que ha capturado con su cámara esta fotoperiodista mexicana, de 54 años. Acumula cerca de 25 años de labor y desde 13 años trabaja en el periódico El Sol de Tijuana.
Admite que su tarea no ha sido fácil cubriendo la "nota roja" en Tijuana, una de las zonas más violentas y en uno de los países más hostiles para la prensa, México. Cuenta que además fue la primera fotoperiodista mujer que dedicada a este trabajo en esa zona.
Según el escalafón de libertad de prensa de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), México ocupa el puesto 143, entre 180 países.
Una vida entre hombres
Cuando García inició su carrera, trabajaba para el Registro Civil, pero después quedó desempleada y, al acudir al periódico para pedir ayuda, la respuesta del director del medio en esa época fue contundente: “A mí no me gusta trabajar con mujeres, y por mí, no vas a entrar”.
Sin embargo, la vida estuvo de su parte y llegó hasta allí, sin saber qué era la crónica roja, para cubrir asesinatos, capturas, noticias policiacas, contrabando, entre otros. Temas crudos y tristes, pero quizás a los que se fue acostumbrando, al igual que al trato de los hombres -quienes en su mayoría son los encargados de estas temáticas en los medios-, según su experiencia.
En medio de ellos, recuerda, siempre intentó hacerse la más fuerte. Un día, dice, capturó video y fotografía de un señor que, tras comprar comida para su mascota, se bajó del carro y, en ese momento, le dispararon por la espalda.
Ángeles García recuerda que “quedó tirado con un juguete para el perrito en la mano”. Luego, llegó su hijo.
Todavía esta fotoperiodista recuerda los gritos del joven: “A mí se me desgarró el corazón. Entonces se me salieron las lágrimas y me las tapaba con la cámara para que no me vieran mis compañeros porque, como trabajaba con puros hombres, para que no vieran que estaba llorando. Entonces, se me acercó uno de ellos y me dijo… 'Vas iniciando, ¿verdad? ¡Ah! Al rato, esto ya no va a ser nada para ti'.
Sin embargo, dice, poco a poco se fue ganando la confianza de sus colegas, a medida que iba pasando el tiempo: “Estuvo muy difícil. Para que yo fuera aceptada en un principio, hablarle a los compañeros y a veces te regresaban el saludo, a veces no, no te volteaban a ver. Yo siempre he traído carritos muy viejitos... Me los gané. Fui poco a poco pidiéndole sus números”.
Explica que como trabajó en zonas vulnerables y, a veces peligrosas, no quedaba más que estar en contacto con los compañeros para ir en grupo al lugar de la noticia. Si debía acudir sola, dejaba un aviso a los colegas.
La otra cara de la moneda
Ángeles García también recuerda algunos insultos, maltratos y discriminación machista. Desde el 2012, fue trasladada a la sección de información general y ahora cubre crónica roja, solo dos días a la semana. Un día, dice, pidió que se le agregara a un grupo de periodistas de WhatsApp para mantenerse informada sobre este tema, pero le contaron que el administrador del mismo solo quería hombres allí.
“Hay hombres muy misóginos. Hay hombres que no aceptan a las mujeres, más cuando te llevan las portadas… se escuchan comentarios horribles”, dice.
“No puedes estar cerca de esa gente, esa gente que no te acepta simplemente por ser mujer o porque ya estoy vieja, a lo mejor ya soy de otra época… Para mí siempre ha sido una piedra de tropiezo encontrarme o tengo suerte, a lo mejor, encontrarme con gente que es misógina”, agrega.
También recuerda calificativos despectivos, pero dice que con el tiempo fue superando y dejando de dar importancia a los mismos, y cree que la lucha de las mujeres porque se les respete ha hecho que la situación cambie un poco: “Antes, te quedabas callado o simplemente no les hacías caso a los comentarios, pero ahora hay muchas mujeres que se saben en defender, que saben contestarle al hombre y simplemente pues ya mejor se quedan callados”.
Una carrera de riesgos
Pese a ser un oficio de riesgos no ha sido amenazada, sin embargo siempre la ha rodeado el miedo porque ha fotografiado a personas que están en la delincuencia organizada.
Se siente -explica- respaldada por medio donde trabaja. Un golpe duro fue el asesinato de uno de sus grandes amigos y colega, Margarito Martínez, que fue baleado en enero en Tijuana, el mismo día en que se confirmó el homicidio de otro periodista en el estado de Veracruz.
“Hemos tenido como más precaución, cuando salimos a la calle, volteamos para todos lados, procuramos andar en bola (en grupo) o avisar adónde vamos. Porque sí, ahora sí tenemos miedo. Ahora sí estamos preocupados por lo que pueda sucedernos, porque vemos que no estamos protegidos. El mecanismo no existe. Entonces da lo mismo si te matan, de todas maneras no pasa nada”, confiesa.
De Margarito tiene los mejores recuerdos: “Fue mi compañero de la nota roja por muchos años… Él era muy bueno para para conseguir los lugares y siempre avisaba... Él, casi todos los días, me hablaba por teléfono”. Incluso, dice que, hace años, cuando cargaba a sus hijos mientras trabajaba, él era quien los cuidaba en el carro, mientras Ángeles regresaba de tomar la imagen para la nota.
“Para mí fue un dolor. No sé cómo explicártelo, es algo bien feo. ¿Por qué? Pues no te esperas esa noticia… No te esperas nunca que maten a un amigo tuyo. Entonces, sí se siente horrible enterarte de esto... Tengo miedo de despertar y que me digan que mataron a otro compañero. O que Fulanito ya no está”, dice Ángeles con la voz entrecortada.
La fotoperiodista dice que, para lidiar con ese miedo en su país, se agrupan entre colegas para ayudarse entre ellos porque se sienten solos y no cuentan con el respaldo de las autoridades.
Desde 2020, según las organizaciones Reporteros Sin Fronteras (RSF) y Artículo 19, 150 periodistas han sido asesinados en México y más del 90% de estos crímenes permanece impune. Del total, 138 son hombres y 12 son mujeres.
En lo que va de 2022, siete periodistas han sido asesinados. Entre ellos, Lourdes Maldonado, quien había pedido protección en 2019 al presidente Andrés Manuel López Obrador en una conferencia de prensa matutina.
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