La vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, ha arengado por tres días consecutivos en contra de los opositores y de los jerarcas de la Iglesia Católica a días que se cumplan cuatro años del comienzo de la peor crisis política de la que se tenga recuerdo en el país centroamericano en los últimos 30 años.
En sus discursos que suele dar al mediodía en la televisora oficial, la también vocera del gobierno amenazó con cárcel y consecuencias “duras” para quienes según ella “atenten contra la paz” al intentar gestar una pizca de protestas contra el mandato que dirige junto a su esposo, Daniel Ortega.
"Estamos en abril y abril está hecho para vivir tranquilos… , ni perdón ni olvido para los criminales, ni perdón ni olvido para los terroristas, para los sanguinarios, para los promotores del horror, de la zozobra, para quienes rompieron la paz tan preciada en un pueblo que ha sufrido tanto”, ha advertido la vicepresidenta nicaragüense, sancionada por Estados Unidos por presuntas violaciones a los derechos humanos.
En Nicaragua están presos más de 150 presos políticos, 50 de estos se encuentran en condiciones de torturas y aislamiento en la cárcel conocida como El Chipote, según ha denunciado recientemente el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien pidió la liberación inmediata de estos.
Almagro aseguró que estos no tienen suficiente acceso a la luz solar, material de lectura alguno, como tampoco reciben correspondencia, atención médica adecuada o una buena alimentación, lo que ha provocado pérdida de peso que pone en riesgo su salud.
“El régimen nicaragüense debe desmantelar este verdadero sistema de represión y tortura. Estas violaciones de los derechos humanos ameritan la intervención de la justicia internacional a efectos de poder llevar adelante una investigación competente, dirimir responsabilidades y administrar reparaciones”, expresó recientemente el secretario Almagro en su cuenta de Twitter.
“Abril les recuerda que su paso por el gobierno es efímero”: dirigente opositora
Pero las arengas de Murillo, segunda al mando en Nicaragua, están siendo interpretadas por parte de los opositores. Ana Quiroz, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (Unab), comenta desde el exilio en Costa Rica que abril tiene malos recuerdos para la pareja presidencial.
“Abril les recuerda que su paso por el gobierno es efímero, que en cualquier momento va a terminar y no cuentan con el respaldo de la población, saben que en el momento en que suelten esa voluntad férrea de reprimir a la población, tendrán manifestaciones de repudio como las que se dieron en 2018”, indicó a la VOA.
Por otro lado, según señala la opositora, este mes para el gobierno significa miedo, pánico “porque especialmente en este año está viendo que el repudio viene no solo de los opositores, sino de sus propias filas como quienes han desertado”.
La crisis en Nicaragua empezó el 18 de abril de 2018 con manifestaciones simultáneas en todo el país que se extendieron por varios meses dejando más de 300 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El gobierno de Ortega ha acusado a la oposición de gestar un supuesto golpe de Estado por medio de las revueltas y ha prohibido desde entonces cualquier tipo de manifestación.
Bajo ese argumento Ortega y su esposa Rosario Murillo han encarcelado a varios opositores utilizando el Parlamento que controlan y el sistema de justicia. De hecho en 2021, durante las elecciones presidenciales, la pareja en el poder mandaron a prisión al menos a seis candidatos de oposición allanando el camino para su reelección por cinco años más.
Ortega tiene más de 15 años de haber llegado al poder en Nicaragua. Desde entonces ha realizado reformas para perpetuarse en el poder, dicen analistas.
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