La videollamada entre el presidente estadounidense Joe Biden y el líder opositor venezolano Juan Guaidó, así como la ausencia de este en la Cumbre de las Américas, refleja un “estancamiento” de la estrategia para lograr un cambio político en Venezuela, opinan analistas.
El mandatario de Estados Unidos ratificó en la conversación su “reconocimiento y apoyo” tanto a Guaidó como presidente interino de Venezuela como al Parlamento venezolano electo en 2015, de acuerdo con la Casa Blanca.
Biden también expresó su apoyo a negociaciones lideradas por venezolanos como “el mejor camino hacia la restauración pacífica de las instituciones democráticas, elecciones libres y justas, y respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los venezolanos”, precisó su despacho.
La oficina de prensa de Guaidó indicó, por su parte, indicó que el líder opositor remarcó “la importancia de calibrar permanentemente una presión multilateral internacional liderada por Estados Unidos” para lograr cambios democráticos en Venezuela, que incluyan, además, la liberación de presos políticos.
Guaidó respaldó la decisión de Biden de no invitar a “las dictaduras” de Cuba, Nicaragua y Venezuela y enfatizó en que sus alianzas con Rusia, Irán y China “ponen en riesgo la paz, la estabilidad y la seguridad del hemisferio”.
El también presidente del Parlamento de 2015 reafirmó su decisión de “emplear todas las herramientas a su alcance para recuperar la soberanía” en su país.
La llamada entre Biden y Guaidó “parece más un control de daños” de las alianzas de Estados Unidos con el liderazgo opositor que una profundización o replanteamiento de las estrategias políticas de la Casa Blanca, a juicio del politólogo y profesor universitario venezolano Guillermo Tell Aveledo.
“Washington cobra un costo político determinado al no invitar a Guaidó a la Cumbre de las Américas”, si bien tampoco convidó a Maduro al evento, dice.
Guaidó tiene varias causas abiertas en su contra por presuntos delitos en los despachos de la Fiscalía, cuyas autoridades simpatizan del chavismo, y tiene prohibición expresa de salida del país, si bien ha podido viajar antes al exterior.
Tell Aveledo comenta a la Voz de América que nota poca claridad táctica de la Casa Blanca en cuanto a cómo actuar ante la oposición venezolana, a pesar de que reafirma su apoyo institucional y de poder a su favor.
“Cada cierto tiempo, los funcionarios del Departamento de Estado cambian el discurso o dan mensajes contradictorios. Eso enreda las expectativas de ese liderazgo venezolano con respecto a Estados Unidos, tanto el liderazgo oficialista como el opositor”, considera Tell Aveledo.
Relaciones en reacomodo
Washington insiste en que tanto el chavismo como la Plataforma Unitaria opositora deben regresar a las negociaciones de México, congeladas desde octubre pasado, pero envió funcionarios en marzo para reunirse con Maduro a fin de sopesar la posibilidad de reanudar la cooperación petrolera en el marco de la invasión de Rusia a Ucrania y el veto energético global a Moscú.
Para Tell Aveledo, la estrategia de Estados Unidos con la oposición al oficialismo que preside Maduro “seguirá estancada”.
“Tiene demasiados ‘costos hundidos’ en su apoyo (a Guaidó y al resto del antichavismo)”, agrega.
Las relaciones del gobierno de Estados Unidos con Venezuela atraviesan “un momento de reacomodo y transformación”, valora el politólogo y docente de la Universidad Monte Ávila, en Caracas, Víctor Maldonado.
El especialista en ciencias políticas opina que Washington mantiene su respaldo a Juan Guaidó a pesar de que, a su entender, está consciente de que “no le significa ninguna ganancia ni ventaja estratégica” en los tiempos presentes.
La Casa Blanca, a su juicio, se encuentra entre las dos aguas políticas de Venezuela, priorizando su respaldo a los detractores del gobierno de Maduro.
Estados Unidos desconoce formalmente a Maduro como presidente y reconoce desde enero de 2019 como tal a Guaidó, presidente del Parlamento de 2015. Su llamado gobierno interino no ha alcanzado su mantra político original, empero: cese de la “usurpación” de Maduro, gobierno de transición y elecciones libres.
De acuerdo con firmas especializadas en opinión pública, como Datanálisis y Datincorp, la valoración positiva de Guaidó apenas roza el 10 %.
Maldonado, por su parte, cree que la Casa Blanca tantea la forma más idónea de volver a lo que define como “realismo político”: resolver las diferencias políticas con quien gobierna de facto el país, que no es otro que Maduro, subraya.
“Es una tragicomedia en la que todos están involucrados: Estados Unidos reconoce al régimen de Nicolás Maduro, aunque no lo reconozcan, y no lo invitan (a la Cumbre) porque es una dictadura que tiene el ejercicio fáctico del poder. Estamos en una transición que está dejando atrás a Guaidó”, examina.
La oposición prevé realizar elecciones primarias en 2023 para escoger al candidato unitario que respaldará en las presidenciales de 2024. Analistas consideran que el oficialismo apostará por la reelección de Maduro, mientras se preguntan qué pasará con Guaidó cuando se designe un aspirante opositor.
Maldonado estima que las presiones del conflicto en Ucrania y su influencia en la oferta energética internacional forzará a Washington a una “normalización” de la situación política y su relación con quien gobierna en Caracas.
“Estados Unidos estará buscando la mejor forma de volver a un statu quo vinculado con la realidad. Esa normalización tiene la superioridad de que ‘pisa tierra’, de que es más realista que lo que ahora están haciendo”, advierte.
La Casa Blanca aseguró este miércoles que el presidente Joe Biden reafirmó la voluntad de su gobierno de “calibrar” su política de sanciones contra el poder ejecutivo de Maduro según los resultados de negociaciones que “empoderen a los venezolanos para determinar el futuro de su nación”.
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