La carrera hacia la Casa Blanca ha estado dominada por republicanos o demócratas, los dos grandes partidos que controlan cada aspecto político de Estados Unidos. Sin embargo, en cada temporada electoral, los candidatos independientes o alternativos han intentado lograr terreno en el ojo público.
Ser un candidato independiente o alternativo no es extraño en Estados Unidos, y en las 59 elecciones presidenciales que se han realizado desde 1788, en una docena de ellas estos candidatos han logrado al menos 5 % del total de los votos.
Sin embargo, ninguno de ellos ha logrado alcanzar la presidencia en la historia de EEUU, a excepción de George Washington, conocido como el “padre de la nación”, quien fue un candidato independiente y se opuso públicamente en aquel momento al desarrollo de partidos políticos.
Aún así, su presencia en la contienda es vista como una “valiosa salida para los votantes que se sienten privados de sus derechos o no representados por los dos partidos principales”, dijo a la Voz de América Mark Caleb Smith, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Cerdarville en Ohio.
La conversación retomó su relevancia tras el anuncio la semana pasada de Robert F. Kennedy Jr. de separarse del Partido Demócrata y presentarse como candidato independiente.
Un impacto que se refleja en las urnas de votación
Aunque en la gran mayoría de los casos las candidaturas alternativas tienen “poco o ningún efecto”, según el académico del Instituto de Innovación Política, Merrill Matthews, en al menos cuatro elecciones desde 1900 “se podría decir que los candidatos de terceros partidos cambiaron el resultado”.
El primer ejemplo notable ocurrió en 1912 cuando el expresidente Theodore Roosevelt se lanzó a la presidencia bajo un partido alternativo contra el entonces presidente William Taft y el demócrata Woodrow Wilson.
Roosevelt alcanzó 28 % de los votos, lo que habría causado una ruptura en el Partido Republicano. “Su candidatura permitió que Woodrow Wilson ganara una elección fácil”, dijo Smith.
Años después, en 1992, Ross Perot del Partido Reformista logró un impacto similar al alcanzar 18,9 % del voto popular, es decir, más de 19 millones de personas lo eligieron como su opción presidencial. El ganador en aquel momento fue Bill Clinton, y en segundo lugar quedó el entonces presidente George H. W. Bush.
En el 2000, el ambientalista Ralph Nader ganó cerca del 3 % del voto popular. Esto, según los expertos, le habría costado la presidencia a Al Gore contra el republicano George W. Bush.
En tiempos más recientes, como las elecciones de 2016, dos partidos alternativos obtuvieron un número significativo de voto popular. Gary Johnson, del Partido Libertario, logró más de 4,4 millones de votos, alcanzando así un 3,3 % del total.
“No teníamos un plan específico para reunir votos electorales específicos… Nuestro objetivo era construir una base de apoyo y hacer crecer esa base”, dijo a la VOA Ron Nielson, exdirector de campaña de Johnson.
Nielson abundó en que los votos a partidos alternativos son una “protesta” y una “muestra de descontento” con el bipartidismo. En el caso de Johnson, dijo desconocer si sus millones de votos habrían beneficiado a un candidato u otro.
“Las personas optaron por quedarse en casa o votaron en contra o a favor de los otros dos contendientes y muchas veces tenían una posición realmente molesta y desafiante contra uno de ellos”, detalló.
En estados como Florida, Michigan o Pensilvania, donde la diferencia de votos entre Trump o Clinton pudiese haber sido superada con los votos dirigidos a Johnson, el exdirector de campaña aseguró que “No sé si los votos de Johnson en esos estados habrían ido a favor de Hillary Clinton. Creo que los votos de los libertarios y de Johnson probablemente estuvieron divididos en partes iguales”.
¿Por qué es difícil alcanzar la presidencia para estos candidatos?
También en 2016, Jill Stein del Partido Verde, alcanzó sobre 1.4 millones de votos. Ninguno de los dos candidatos logró obtener votos electorales, y no son los únicos. Tan sólo una decena ha logrado votos del Colegio Electoral desde su establecimiento, pero ninguno los suficientes para quedarse con la victoria.
El Colegio Electoral es un sistema de elección indirecta creado en 1787 que consiste de 538 electores que representan la voluntad de los ciudadanos de cada estado. Para ganar la presidencia se necesitan 270 votos electorales.
“En nuestro sistema de colegio electoral, en todos los estados excepto Maine y Nebraska, un candidato debe ganar el estado para poder recibir votos del colegio electoral”, explicó Smith. Por esto, aunque un tercer candidato tenga “éxito”, a menos que pueda ganar un estado, “tiene muy pocas posibilidades de registrar votos en el Colegio Electoral”.
En las elecciones de 2020, que dejaron como ganador a Joe Biden, la candidata Joe Jorgensen del Partido Libertario alcanzó 1,8 millones de votos, menos del 1 % del total. Esto la dejó en el tercer lugar después de Donald Trump.
De cara las elecciones de 2024, Kennedy no es la única opción independiente a los dos partidos. Cornel West, un activista progresivo, anunció que se separaría del Partido Verde y buscaría la presidencia como independiente.
West escribió en X que se postulaba como independiente para “poner fin al férreo control de la clase dominante y garantizar una verdadera democracia”. Y añadió: “Necesitamos romper las garras del duopolio y darle poder al pueblo”.
Un movimiento denominado No Labels también aseguró que sopesa presentar una nominación independiente a la presidencia en los próximos meses.
Más allá de la victoria
Pese a la improbabilidad de una victoria independiente o alternativa en las elecciones presidenciales, los expertos consideran que sí llega a influenciar en el debate político “obligando al candidato de un partido importante a adoptar algunas de las posiciones del rival”, apuntó Matthews.
“Si suficientes personas votan por un tercer partido, los dos partidos principales tendrán que tomar nota y tal vez comenzar a reformar para absorber a esos votantes. Este es un mecanismo mediante el cual los dos partidos principales podrían cambiar debido a los resultados electorales”, agregó Smith.
En una tendencia analizada por la empresa de análisis Gallup en septiembre de 2023, un 46 % de los encuestados dijo considerarse independiente. La tendencia de inclinarse hacia un partido u otro se divide en un 49 % hacia los republicanos y 43 % hacia los demócratas.
“La idea de que se pongan en primer plano muchas opiniones es saludable para la democracia, es saludable para Estados Unidos o para cualquier país. Y cualquier tipo de discusión es mucho mejor cuando se escuchan o se les permite hablar a muchas voces para que puedan representar diferentes fragmentos de la discusión”, concluyó Nielson.
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