El 18 de enero, el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció una iniciativa para combatir los esfuerzos de los gobiernos autoritarios por socavar las instituciones democráticas.
Esta iniciativa busca establecer una “respuesta internacional coordinada” para “proteger las sociedades libres y abiertas” de la “manipulación de la información” y salvaguardar las elecciones de la interferencia extranjera.
Una evaluación de la inteligencia estadounidense publicada en octubre de 2023 indicó que los actores rusos ya estaban difundiendo y amplificando información “para socavar la confianza pública en las elecciones estadounidenses de 2020”.
La evaluación señaló que “altos funcionarios del gobierno ruso, incluido el Kremlin, ven valor en este tipo de operación de influencia y la perciben como efectiva”.
Esto comienza con el presidente ruso Vladimir Putin.
Con las primarias presidenciales del Partido Republicano de 2024 en marcha, Putin ha establecido el tono de la campaña de influencia rusa para erosionar la fe en la democracia estadounidense.
Durante una reunión del 16 de enero en Moscú, Putin afirmó falsamente que las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 estaban manipuladas. Además, afirmó que los referendos falsos de 2022 celebrados por Rusia en la Ucrania ocupada eran “legítimos”.
La narrativa de desinformación de Putin se centró en invalidar la legitimidad del voto por correo.
“Nadie te obligará a visitar el colegio electoral”, dijo Putin al describir los “referendos” que el Kremlin afirma haber organizado en la Ucrania ocupada, sin evidencia de que la votación haya tenido lugar.
“Probablemente sea posible falsificar cualquier cosa. Al igual que las elecciones anteriores en Estados Unidos, fueron falsificadas mediante el voto por correo. Bueno, está claro qué es el voto por correo. Compraron fardos por 10 dólares, los anotaron y, sin supervisión de ningún observador, los arrojaron a los buzones de correo”.
Esto es falso.
Los comentarios de Putin distorsionan enormemente cómo funciona la votación por correo en Estados Unidos.
En respuesta a la pandemia de COVID-19, la votación por correo se amplió en todo Estados Unidos para mitigar los desafíos de salud pública de ir en persona.
El voto por correo se ha convertido en un tema politizado en Estados Unidos después que el expresidente Donald Trump argumentara que el voto por correo resultó en fraude y contribuyó a que perdiera las elecciones. Si bien no existen pruebas, muchos de los colegas republicanos de Trump apoyaron sus acusaciones.
Otras voces conservadoras del espectro político estadounidense también sostienen que el voto en persona tiene ventajas sobre el voto por correo.
Por ejemplo, Hans A. von Spakovsky, investigador jurídico principal del grupo de expertos conservador Heritage Foundation, sostiene que las papeletas de voto por correo son “las más susceptibles de ser robadas, alteradas y falsificadas” y pueden dar lugar a que las personas sean “presionadas o coaccionadas cuando votan", ya que "son el único tipo de papeletas marcadas en un entorno sin supervisión ni observación".
Spakovsky también explica que los problemas en las instalaciones de procesamiento de correo provocan que algunos fardos no lleguen a tiempo.
A pesar del escrutinio, no se descubrió ninguna evidencia de que la votación por correo durante las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 hayan resultado un fraude electoral generalizado.
La afirmación de Putin de que la gente compraba fardos por 10 dólares es falsa. Los fardos son gratuitos, aunque han surgido problemas sobre el costo de envío.
Pero 19 estados y el Distrito de Columbia cubren el costo de envío de la boleta por correo.
Como dijo Putin, las papeletas no se controlan cuando se devuelven a proporcionados por las autoridades electorales.través del servicio postal o se colocan en buzones seguros
Pero, una vez más, las conclusiones de Putin de que esto resultó en fraude son erróneas.
La razón por la que no hay guardias en cada buzón es porque se emplean medidas de seguridad antes que las boletas se envíen a los votantes y después que las boletas se recogen de los buzones o las reciben los funcionarios electorales por correo.
Steven Bellovin, experto en seguridad de la Universidad de Columbia en Nueva York, describió esas medidas en octubre de 2020.
En primer lugar, los votos en ausencia se envían únicamente a los votantes registrados cuyo lugar de residencia es verificado por los funcionarios electorales.
Los funcionarios utilizan sobres encajados para enviar estas boletas, y el sobre interior o la solapa adjunta contiene datos de verificación, incluida una firma y un número de serie o código de barras “para brindar confidencialidad”.
Ese número de serie coincide con el número de cada votante en la base de datos del registro, “haciendo imposible que alguien simplemente imprima una pila de boletas en blanco y las envíe”, escribió Bellovin.
También se verifican las firmas de los votantes para asegurarse de que coincidan con lo que está en la base de datos de registro.
La boleta solo se retira del sobre después de completar esos pasos, protegiendo “la confidencialidad de las boletas por correo al igual que con la votación en persona”.
Bellovin señaló que los colegios electorales a menudo requieren que los trabajadores electorales demócratas y republicanos estén presentes cada vez que se manipulan las papeletas completas.
Hay evidencia de que el fraude en el voto por correo es más frecuente que en el voto en persona.
Sin embargo, estudios indican que los casos de fraude electoral con votos por correo son raros. Un estudio exhaustivo realizado por News21, un proyecto nacional de informes de investigación, calificó el número de casos de fraude como “infinitesimal”, es decir, extremadamente pequeño.
A través de una “búsqueda exhaustiva de registros públicos”, News21 identificó 491 casos de fraude de voto ausente y 400 casos de fraude de registro en todo el país entre 2000 y 2012.
Ese marco de tiempo cubrió un período “en el que literalmente se emitieron miles de millones de votos (en persona y por correo)”, escribió Richard Hasen, un jurista estadounidense en un artículo de opinión del Washington Post.
Refutando las afirmaciones de fraude en la votación por correo, los verificadores de datos de USA Today compilaron varios estudios de 2020 que muestran que “la votación por correo es segura”.
Eso incluye un estudio realizado por el Washington Post y el Electronic Registration Information Center, que encontró que solo el 0,0025% de los 14,6 millones de votos emitidos por correo en las elecciones generales de 2016 y 2018 representaron casos de posible fraude.
En términos más generales, el fraude electoral en Estados Unidos es poco común.
El Centro Brennan para la Justicia, un instituto de derecho y políticas públicas sin fines de lucro de tendencia liberal, sostiene que “es más probable que un individuo sea alcanzado por un rayo a que se haga pasar por otro votante en las urnas”.
En un estudio de 2007, el centro revisó varias elecciones que habían sido “meticulosamente estudiadas en busca de fraude electoral” en todo Estados Unidos y encontró tasas de fraude entre 0,0003 % y 0,0025 %.
El centro compiló una lista con más de una docena de otros estudios, análisis e investigaciones que muestran que "el fraude por parte de los votantes en las urnas es cada vez más raro".
Al criticar las elecciones estadounidenses de 2020 y blanquear los “referendos” del Kremlin en la Ucrania ocupada, Putin afirmó que es imposible obligar a la gente a votar “a punta de pistola”.
Pero las fuerzas rusas hicieron precisamente eso, evidencia mostró que funcionarios instalados por Moscú y tropas armadas iban de puerta en puerta para recolectar “votos” durante la anexión ilegal de las regiones ocupadas de Ucrania en septiembre de 2022.
También aparecieron fotografías que mostraban a personas llenando sus fardos con las tropas rusas armadas de pie junto a ellos.
Testigos en territorios liberados por las fuerzas ucranianas confirmaron que las autoridades rusas habían intimidado a los votantes del referéndum.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, condenó esos referendos y los calificó de “una violación de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional”.
[El artículo fue originalmente publicado por Polygraph y traducido por Mila Cruz]
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