Un grupo de 2.000 migrantes retomó el martes la carretera para avanzar en caravana por el sur de México hacia Estados Unidos, en lo que algunos consideran un intento de llegar a la frontera antes de noviembre por temor a que el cruce se complique si el republicano Donald Trump gana las elecciones.
Familias competas, mujeres empujando carritos de bebé, niños de la mano de sus mayores y también adultos solos comenzaron a caminar desde Tapachula, considerada la puerta de la frontera sur mexicana, antes del amanecer para evitar el fuerte sol de la zona. Aspiraban a avanzar unos 40 kilómetros.
Varios centenares de migrantes de una decena de países habían salido el domingo del río Suchiate, la frontera natural entre Guatemala y México, alentados por una convocatoria que comenzó a difundirse en las redes sociales un par de semanas antes.
El resto se unió en Tapachula, donde ha sido recurrente la acumulación de grupos de extranjeros que esperan por sus trámites para tratar de seguir su camino hacia el norte con algún tipo de documento.
La formación de este nuevo grupo coincidió con el anuncio del presidente estadounidense, Joe Biden, de retirarse de la contienda electoral, aunque los migrantes se mostraban ajenos a esas noticias. Lo que tenían más claro es que un eventual triunfo de Trump podría complicarles la situación.
“Aquí todos los que vamos somos seres humanos, trabajadores, luchadores”, dijo la venezolana Laydi Sierra, en respuesta a las declaraciones del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, que considera que todos son delincuentes y que quieren “invadir” su país.
Sierra, una comerciante que viaja con una decena de miembros de su familia, no sigue la campaña electoral estadounidense pero sí tiene un deseo claro: “ Que pierda Trump, porque es el que no quiere nada con los migrantes”.
Casi a diario decenas de personas salen de Tapachula hacia el norte pero la formación de grupos más grandes, de cientos o a veces miles de personas que se mueven por el sur de México, se convirtió en algo habitual en los últimos años y suele coincidir con momentos en los que el tema migratorio está en la agenda regional.
Estas caravanas han sido a veces alentadas por activistas. Otras, por los propios migrantes que se cansan de esperar.
El gobierno de México ha dicho en varias ocasiones que las personas en movilidad son utilizadas por intereses políticos y no descartan que en algunas ocasiones haya traficantes que aprovechan cualquier situación para ganar clientes, aunque haya casos de familias enteras que solo buscan un futuro mejor o que huyen de la violencia o la pobreza en sus países.
El salvadoreño Carlos Pineda, que dijo haber salido de su país porque “no tenemos trabajo”, indicó que hay una treintena de personas organizando al grupo, pero no dio detalles.
Habitualmente, las autoridades mexicanas los dejan avanzar hasta que los migrantes se cansan y acaban disolviéndose sin salir del sur del país.
El martes, al pasar por dejante de uno de los controles migratorios, que estaba cerrado, muchos coreaban “sí se puede, sí se puede”.
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