Centenares de campesinos continuaban ocupando el viernes una represa en el norte de México, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador trataba de explicar al país por qué debe dejarse que el agua fluya a Estados Unidos bajo un acuerdo internacional.
Aumentaban las preocupaciones de que si los granjeros se niegan a ceder, la Guardia Nacional sería enviada de nuevo al lugar y estallaría la violencia. Los campesinos dicen que les preocupa no tener suficiente agua para sus cultivos. Cuando asumieron el control de la represa el miércoles, cerraron las válvulas que dejaban fluir agua de la reserva.
En la madrugada se cortó el servicio eléctrico al sitio de la represa La Boquilla y hubo reportes de que el servicio celular también había sido cortado, lo que hizo que los activistas sospecharan que era inminente que las autoridades intentarían desalojarles.
López Obrador reiteró el viernes que piensa que las protestas están motivadas más por política que por preocupaciones por el agua. Dijo que se les debería decir a los granjeros que "no falta el agua, que no van a quedarse sin agua, que incluso ya para este ciclo tienen garantizado el 100 por ciento".
Expresó de nuevo condolencias por la muerte de una mujer el martes, ocurrida cuando las tropas de la Guardia Nacional se retiraban de la presa tras un choque con los manifestantes. La Guardia Nacional dijo que cuatro vehículos comenzaron a seguir a los guardias que escoltaban a tres detenidos el martes por la noche.
La Guardia Nacional dijo que se hicieron disparos desde los vehículos y que los efectivos respondieron al fuego. Una mujer murió y un hombre resultó gravemente herido. La mujer fue sepultada el viernes.
México se ha atrasado en la cantidad de agua que debe enviar al norte desde sus represas de conformidad con un acuerdo de 1944 y se está quedando sin tiempo para cubrir el volumen para el plazo del 24 de octubre.
