La reciente difusión de un informe que confirmaba que tres vectores encontrados en una zona del este de Caracas estaban infectados con el parasito transmisor del Mal de Chagas, generó alarma en la población.
Sin embargo y aunque la presencia de estos vectores en zonas urbanas del país es común, Gilberto Pallares, investigador del Instituto de Biología Experimental de la Universidad Central de Venezuela, sostiene que “hay un riesgo potencial de brotes” mientras hayan vectores infectados con el parasito transmisor del Mal de Chagas, enfermedad considerada como “desatendida” y que afecta, con especial énfasis, a las zonas más pobres de América Latina.
“Un cierto número de personas que puedan adquirir la enfermedad por contaminación de alimentos que sean ingeridos. La fumigación tiene aspectos de control muy localizados”, dijo Pallares.
Ante las dificultades para tener acceso a medicamentos en Venezuela y en medio de la compleja crisis humanitaria que atraviesa el país, la Voz de América consultó a Cristina Sanoja, profesora del Instituto Experimental de la Universidad Católica de Venezuela, sobre la disponibilidad de fármacos para tratar la enfermedad en caso de un brote en la nación.
“Venezuela no está en capacidad de suministrar medicamentos (…) habría que importarlos de Brasil donde se está produciendo el Bensonidazol (…) igualmente de haberlo hay que atacar la fase aguda”, señaló Sanoja.
Ciudadanos como Victoria Pereira dicen desconocer la forma de identificar al vector que transmite el Mal de Chagas y afirma que tampoco hay suficientes campanas informativas.
Los expertos insisten en la necesidad de que los gobiernos inviertan en investigación y nuevas medicinas con posibilidades de uso terapéutico en los casos de enfermedades desatendidas como el Mal de Chagas, debido a que, según afirmaron, los “grandes consorcios farmacéuticos no están interesados en producir drogas para tratar este tipo de enfermedades” que afectan a países latinoamericanos y asiáticos.