Hombres y mujeres transgénero se enfrentan a innumerables obstáculos a diario por el sencillo hecho de ser diferentes. Son objeto constante de miradas y sufren abusos por la manera en la que hablan, visten, se peinan e incluso caminan siendo sus vidas son un desafío continuo. Las personas transgénero no identifican su identidad de género con el sexo biológico que les fue asignado al nacer y a pesar de años de lucha y visibilidad trans, la igualdad está lejos de conseguirse.
En Estados Unidos reciben el apoyo del Gobierno del presidente Joe Biden, sin embargo, y pese a algunos avances, más de la mitad de los jóvenes transgénero del país ha considerado el suicidio como una vía de escape, según una encuesta realizada por el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero.
La falta de inclusión social y algunas de la las leyes promulgadas por los sectores más conservadores de la política estadounidense hacen que este colectivo deba seguir luchando por garantizar sus derechos básicos.
En Nicaragua el colectivo se enfrenta a formas de violencia y discriminación brutales, que incluso en ocasiones, desembocan en la muerte. La falta de políticas públicas dirigidas a la integración y el respeto de las personas transgénero en combinación con una sociedad machista y conservadora generan un escenario de vulnerabilidad cotidiana para hombres y mujeres trans quienes temen por la integridad de sus vidas.
Discriminación, falta de oportunidades y la falta de reconocimiento en las leyes guatemaltecas es la realidad a la que se enfrentan las personas transgénero en Guatemala, donde se registran agresiones y actos de discriminación hacia este colectivo.
Nada más lejos de la realidad que sufren sus semejantes en el país vecino: Honduras hoy es un lugar inseguro en el que las personas transgénero son víctimas de abusos y estigmatización social constante. En El Salvador, viven entre la incertidumbre y la discriminación, para este colectivo es tremendamente difícil labrarse un futuro debido a las escasas oportunidades de desarrollo y aceptación social.
Según afirman los protagonistas de esta crónica, Nicaragua, Guatemala, Honduras y El Salvador tienen un reto común: lograr que sus Gobiernos lleven a cabo las medidas pertinentes para garantizar un escenario en el que ser trans no suponga una amenaza y donde toda persona pueda caminar libremente sin temer por la seguridad de su vida.