Los desafíos del cambio climático en Centroamérica abren una ventana de oportunidad para la administración del presidente Joe Biden, que apuesta por articular una estrategia regional con 4.000 millones de dólares para revertir las causas que impulsan las migraciones irregulares hacia Estados Unidos, según un grupo de expertos invitados a un foro virtual sobre el tema en el Centro Woodrow Wilson en Washington.
Los especialistas de la región coinciden en que la situación en materia de medio ambiente y las previsiones ante el impacto del cambio climático en los países del Triángulo Norte no son nada alentadoras a razón de las cifras que arrojan estudios sobre el terreno, por lo que ven oportuno articular la retomada Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte -bajo la Administración Biden- a objetivos ambientales.
En la introducción del foro la directora del Programa Latinoamericano del Centro Woodrow Wilson, Cynthia Arnson, explicó que es imposible desligar la situación del impacto del cambio climático en los países del Triángulo Norte de Centroamérica con las migraciones, en especial después de los huracanes que el año pasado destruyeron los medios de subsistencia de unos 7 millones de habitantes de Nicaragua, Honduras y Guatemala.
Sondeos sobre el terreno ante la numerosa llegada de migrantes a la frontera sur de Estados Unidos han apuntado que buena parte de los que intentan entrar de manera irregular a Estados Unidos son –en su mayoría- migrantes desesperados provenientes de zonas devastadas por los huracanes del año pasado.
“En su plataforma, el candidato Joe Biden se comprometió a desarrollar una estrategia regional integral de cuatro años y 4.000 millones para abordar los factores que impulsan la migración desde Centroamérica. La plataforma señaló que el Triángulo Norte enfrenta enormes desafíos por la violencia, organizaciones criminales transnacionales, pobreza e instituciones públicas corruptas e ineficaces”, indico Arnson.
Vulnerabilidad y alto costo económico para Centroamérica
El especialista en cambio climático del BID, Omar Samayoa, expuso en su presentación que Centroamérica -y en especial el Triángulo Norte- es la región con mayor vulnerabilidad ante el cambio climático y con un elevado costo económico para las economías de los países.
“En tres décadas los impactos económicos han sido de 5.700 millones de dólares para Honduras; 3.500 millones para Guatemala y 2.200 millones para El Salvador; los sectores de infraestructura y agricultura son los más afectados, y si las acciones con medidas inmediatas no se concretan, para el año 2030 los impactos económicos rondarían el 9% del Producto Interno Bruto (PIB) para Honduras, el 5,8% del PIB para Guatemala y el 7,2% para El Salvador”; expuso Samayoa a partir de un estudio realizado por el BID.
Si a eso se suma que en los tres países del norte centroamericano, al hacer recuentos pormenorizados por sectores en la última década, por ejemplo, Honduras ha experimentado una reducción de 10% de la capa boscosa, con costos económicos superiores a los 284 millones de dólares; El Salvador por su parte ha sufrido estragos en los cultivos de café que ha impactado a unos 23.000 productores locales y ha reducido la oferta de trabajo en ese sector en un 54%.
Los datos son alarmantes si se cruza la vulnerabilidad ante el cambio climático y las razones por la que los centroamericanos deciden emigrar, acota el estudio del BID, pues en el corredor del Triángulo Norte un 50% de los migrantes aseguran que las razones de dejar sus países obedecen a la inseguridad alimentaria, falta de trabajo y de recursos para hacer frente a los costos de vida.
La corrupción y otras modalidades del crimen dificultan abordaje
Para Víctor López Illescas, especialista en cambio climático de la Fundación Ford, el abordaje de la problemática en el Triángulo Norte ha tenido considerables aciertos gracias a la coordinación de organizaciones de la sociedad civil que han tomado bandera del tema medio ambiente con algunos actores del sector privado que se han involucrado, en especial para hacer fluir las cadenas de suministros agrícolas en países como Guatemala con las comunidades indígenas.
“Hay casos exitosos, pero mientras más exitosos son los alcaldes más probabilidades tienen de ser reemplazados y no ser reelectos, ese es un ciclo complejo de manejar en la región, porque lamentablemente los sistemas electorales están basados en la capacidad de financiar campañas y esto está intrínsecamente ligado a las dinámicas de corrupción; entonces los menos corruptos tienen menor posibilidad de permanecer en el tiempo con sus experiencias exitosas, esa es una realidad compleja”, apuntó López Illescas.
Sin embargo, tanto Omar Samayoa, del BID, como Adoniram Sanchez Peraci, rcoordinador para Mesoamérica de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), no ven posible otro camino que involucrar a los actores del engranaje institucional de los países para cumplir objetivos realizables en un mediano plano y revertir así el impacto del cambio climático y las migraciones desde la región.
“Creo que hace falta involucrar a estos sectores, quiero referirme a gobiernos locales, las municipalidades, es clave porque tienen un rol estratégico en el territorio, y tenemos que convertirlos en aliados, hemos desarrollado casos exitosos”, explica Samayoa.
Para los investigadores Illiana Monterroso, investigadora del Centro para la Investigación Forestal Internacional, y Hermán Rosa, de la Fundación PRISMA, la dificultad para articular una política de impacto social para atacar las causas de las migraciones, unida a objetivos tan ambiciosos como revertir el daño al medio ambiente y el impacto del cambio climático, sin duda no puede ser realizable en un plan de desembolsos de cuatro años que supone la administración del presidente Joe Biden con la inyección de unos 4.000 millones de dólares para la región.
No obstante, Rosa acentúa que si un plan de prosperidad para el Triángulo Norte de Centroamérica aunado a revertir el impacto del cambio climático, si este fuera exitoso, sería un ejemplo de solución para el planeta, dado que Centroamérica funcionaría como un laboratorio manejable por sus condiciones sociales, políticas y estructurales. Pero señala que en cuanto a medio ambiente los planes deben diseñarse a lo menos para décadas.
Bajo esa perspectiva Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Centro Woodrow Wilson, recordó que la próxima semana el presidente Joe Biden acogerá una cumbre climática global donde participarán 8 países del hemisferio occidental, pero ningún del istmo centroamericano.