Las fuerzas armadas de Brasil aprovecharon un breve alivio que ofrecieron las condiciones climáticas durante el fin de semana, para enviar helicópteros a fin de socorrer a la gente que quedó atrapada por las inundaciones y deslizamientos de lodo que han causado 610 muertos.
Las lluvias torrenciales que comenzaron el miércoles 12 de enero de 2011, hicieron imposible alcanzar algunas regiones montañosas en el estado de Río de Janeiro.
Una cantidad no determinada de personas muertas permanece bajo los escombros y el lodo.
Ríos de lodo destruyeron casas, lanzaron automóviles sobre los techos de los edificios y dejaron unas 14.000 personas sin hogar.
Las autoridades temen que más lluvias podrían ocasionar mortales deslaves en los próximos días.