Mi esposa, Nanbam y yo no planeamos tener un bebé en medio de una pandemia mundial, pero no tuvimos opción.
Viendo las noticias, nuestros temores crecieron al ver a otras familias perder a seres queridos por el coronavirus. Pero, el 18 de abril, le dimos la bienvenida al mundo a Deborah Ememabasi.
El primer caso de coronavirus en Nigeria fue confirmado en febrero, cuando ya mi esposa tenía siete meses de embarazo.
Ella se volvió renuente a asistir regularmente a sus sesiones de clases prenatales debido a la situación en los hospitales. Pero sí se aseguró de hacerse los chequeos -en intervalos menos frecuentes- y de tomar sus medicamentos de forma regular.
El parto empezó inesperadamente. Basado en la fecha en que mi esposa debía salir de cuentas, proporcionada por el hospital, el bebé no debía llegar en por lo menos tres semanas.
Nacimientos en confinamientos
Sentado en la sala de espera del hospital, le sostenía las manos a mi esposa mientras las contracciones aumentaban, observando con discreción, cómo en el hospital había mucho menos personas de lo habitual.
Los miembros de mi familia seguían pidiendo actualizaciones por teléfono y aplicaciones de mensajería. “Cuán avanzada va?", “¿qué dijo el doctor?", "¿ya dió a luz?”
Las cosas se pusieron feas cuando el doctor no contestaba al teléfono en el momento en que las contracciones comenzaron a ser más fuertes. Mientras pensaba en qué pasaba, mi ansiedad aumentaba.
Afortunadamente, el doctor llegó unos minutos antes de la medianoche para el parto, que ocurrió sin complicaciones gracias a sus años de experiencia.
Ayuda para un nuevo parto
En Nigeria es normal que una abuela se quede con los nuevos padres para ayudar con el bebé y con la recuperación de la madre. La tribu Ibibio en el sur de Nigeria, de donde soy oriundo, llaman a esa costumbre Umaan.
Durante este período, la abuela ayuda a cocinar las comidas y provee tratamientos de agua caliente y baños especiales para la sanación física e interna de la madre.
Pero con las restricciones por el COVID-19 y con nuestras madres en edades de alto riesgo, tuvimos que afrontar las cosas por nuestra propia cuenta, incluyendo el entretenimiento de nuestro hijo de tres años de edad.
Las abuelas aún chequean vía telefónica o a través de las redes sociales, para asegurarse que todo va saliendo bien y para ofrecer un poco de la sabiduría que atesoran gracias a su experiencia.
Repunte en casos de COVID-19
A pesar de la creciente cifra de infecciones, las autoridades nigerianas relajaron el 4 de mayo el confinamiento de varias semanas en las principales ciudades, pero no en la nuestra: Jos.
Nigeria registró su cifra más alta de infecciones diarias en el mismo día en que se empezó un proceso de relajamiento de seis semanas en las principales ciudades de Lagos y Abuja, así como en el estado de Ogun.
El relajamiento de las restricciones llegó con condiciones, incluyendo el obligatorio uso de mascarillas en público, toques de queda y una prohibición a los viajes interestatales. Aún así, el país ha visto el número de casos de COVID-19 aumentar a más de 4.000 infecciones en la última semana.
Las normativas de distanciamiento social siguen siendo ignoradas por muchos. Las autoridades han sugerido que un confinamiento total será impuesto si los ciudadanos siguen ignorando las normativas creadas para prevenir el avance del virus.
En cuanto a mí, continúo trabajando desde casa cuanto me es posible para mantener a nuestra creciente familia saludable.