El gobierno cubano informó al Parlamento que la nación ha entrado oficialmente en recesión.
Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba decreció 0,9% en 2016, una recesión principalmente ocasionada por una baja en las exportaciones y las dificultades enfrentadas por sus socios comerciales, en especial Venezuela.
El Ministro de Economía, Ricardo Cabrisas, realizó un balance de las finanzas isleñas ante los centenares de diputados del Parlamento reunidos este martes para su última sesión anual, que estuvo encabezada por el presidente Raúl Castro y quien se espera sea su sucesor tras las elecciones de 2018, el vicemandatario Miguel Díaz-Canel.
Esta es la primera baja en el PIB de Cuba desde 1993 tras la caída de la Unión Soviética, que arrastró a la isla a una caída del 37% en su economía desde 1990.
Cabrisas habló del cierre de 2016, en el cual "se ratifica la tensa situación con la disponibilidad de divisas, el incumplimiento del ingreso en el plan por exportaciones y fuertes limitaciones en el suministro de combustibles que no podrá revertirse en el corto plazo".
La televisión pública transmitió fragmentos de la comparecencia del funcionario.
Cabrisas estimó que en 2017 el crecimiento será de 2% del PIB y para lograr este objetivo se deberán incrementar las exportaciones y los cobros, identificar y ejecutar un plan de sustitución de importaciones y reducir los gastos no imprescindibles.
Paralelamente, reconoció Cabrisas, aún persiste un desvío de combustible que alimenta el mercado negro y debe ser controlado.
Además, este año no se logró levantar las sanciones impuestas por Estados Unidos a Cuba hace más de cinco décadas y que inicialmente se presentó como el plan del presidente Barack Obama de camino a una normalización de las relaciones rotas para presionar un cambio de modelo en la isla.
"Se mantiene además la inmovilidad en la aplicación del bloqueo económico comercial y financiero contra Cuba por parte de Estados Unidos acrecentado por las multas a organismos internacionales que realizan transacciones con nuestro país a pesar de los anuncios de Obama", dijo Cabrisas.
Las dificultades de Cuba ya habían sido estimadas por expertos en las semanas previas, sobre todo a partir de la caída del precio del petróleo en Venezuela, que afectó los convenios binacionales en dos direcciones: por una, limitación de la venta de crudo a la isla mediante créditos blandos y el recorte o impago en la contratación de servicios profesionales -médicos y técnicos- de la nación caribeña que se desempeñan en los planes sociales de la vecina sudamericana.
"Se confirma lo que habíamos dicho en el sentido de que la situación en Venezuela llevaría a una recesión", dijo a The Associated Press el economista cubano Pavel Vidal, profesor en la Universidad Javeriana de Cali, Colombia.
"Lo que sorprende es la previsión de 2% para 2017. Ellos están pensando en que las cosas mejorarán en Venezuela... ¡Y apoyándose en un gasto fiscal que no tiene respaldo en los ingresos!", agregó Vidal para quien es cierto que el precio del crudo mejoró y eso es positivo.
La solución para otros expertos consultados por AP podría estar en una ampliación del espacio privado en la isla para ampliar el mercado interno y en desregular el sector estatal para que las empresas de este sector puedan salir a buscar divisas por sí mismos, manteniendo los límites en las áreas que considere estratégicas o de bienestar público, como la salud o la educación.
Además de escuchar el balance económico, los diputados aprobaron una ley -cuyo proyecto ya se había anunciado- para evitar que plazas, monumentos o calles lleven el nombre de Fidel Castro, muerto en noviembre y quien solicitó que su nombre no sea usado para estos fines.
Tampoco podrá usarse su nombre como marca o con fines comerciales, estableció la ley, que puso como excepción la denominación de una institución de estudio sobre su obra.
Fallecido a los 90 años, Fidel Castro fue el líder indiscutido de la revolución cubana que encabezó en 1959 y cuya influencia de fuerte confrontación contra la hegemonía estadounidense se hizo extensiva a todo el continente y el tercer mundo en la segunda mitad del siglo XX.
La idea de la ley fue propuesta por el presidente Raúl Castro, quien aseguró, cumplía un deseo de su hermano.