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Diplomático noruego impulsa un improbable diálogo venezolano


En esta imagen, tomada el 15 de diciembre de 2015, el diplomático noruego Dag Nylander, flanqueado por la activista colombiana Debora Barros y por el ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, durante una reunión durante las conversaciones de paz de Colombia.
En esta imagen, tomada el 15 de diciembre de 2015, el diplomático noruego Dag Nylander, flanqueado por la activista colombiana Debora Barros y por el ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, durante una reunión durante las conversaciones de paz de Colombia.

Si hay un acuerdo negociado para poner fin a la prolongada crisis en Venezuela, es probable que se alcance con la ayuda de un diplomático escandinavo discreto, reservado y aficionado a las carreras de larga distancia.

Dag Nylander encabeza las conversaciones exploratorias entre los representantes del presidente Nicolás Maduro y de sus opositores, cuya segunda ronda terminó esta semana en Noruega.

Aunque no hay fecha para su reanudación y se sabe muy poco de lo discutido a puerta cerrada _ hasta el lugar donde se celebran a las afueras de Oslo es un secreto muy bien guardado_ el hecho de que las dos partes sigan reuniéndose tras pasar los cinco últimos meses tratando de aniquilarse políticamente se ha interpretado como un signo esperanzador.

La clave es Nylander, un especialista de América Latina que entre 2012 y 2016 fue uno de los dos facilitadores en las negociaciones para acabar con el largo conflicto armado en Colombia.

Durante esas agotadoras conversaciones, Nylander, de 49 años, se forjó una reputación, tanto por parte del gobierno como de los rebeldes de las FARC, de agente honesto y cuidadoso con no imponer su voluntad aunque podría actuar de forma decisiva cuando se le pide. Y lo que es igual de importante: desarrolló muchas relaciones _ con la Cuba comunista, con Estados Unidos e incluso con el propio Maduro _ que podrían ser útiles para superar las aparentes escasas probabilidades para un acuerdo que evite más precariedad en Venezuela.

En una entrevista en 2015 con el diario online español El Español explicó que para una mediación exitosa hace falta la “voluntad de entrar en un proceso manteniendo un perfil bajo y no buscando la publicidad ni para un proceso ni para Noruega como mediador de paz”. Fiel a ese principio, Nylander rechazó realizar comentarios sobre el proceso de Venezuela.

Romper el estancamiento será mucho más complicado esta vez. Mientras los rebeldes colombianos habían perdido la esperanza de lograr una victoria tras medio siglo de conflicto y estaban cada vez más aislados en el plano político, tanto Maduro como sus enemigos se han atrincherado en sus posiciones. Maduro controla todas las instituciones del Estado mientras que el opositor Juan Guaidó ha convencido a más de 50 naciones para que lo reconozcan como el líder legítimo del país.

“Dag es el interlocutor ideal”, señaló Sergio Jaramillo, comisionado de paz de Colombia que fue uno de los arquitectos del acuerdo que cerró 50 años de lucha contra la guerrilla. “Pero ni él puede producir milagros. Tendrán que ser los propios venezolanos los que solucionen sus problemas”.

Nylander, abogado de formación, supervisa los esfuerzos de paz y reconciliación en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. Durante décadas, desde el Acuerdo de Olso de 1993 entre negociadores israelíes y palestinos, la nación escandinava ha desempeñado un papel clave para intentar solventar algunos de los conflictos más enconados a través de una mediación discreta y la financiación de los esfuerzos de paz sobre el terreno.

En el caso de Venezuela, Nylander y diplomáticos de la embajada de Noruega en Bogotá comenzaron a viajar a Caracas y a reunirse con figuras clave casi después de la firma del acuerdo de paz colombiano a finales de 2016. El año pasado, el Centro Noruego para Resolución de Conflictos, que trabaja con el Ministerio de Exteriores noruego, de quien recibe financiación, contrató a un experto estadounidense en mediación para intentar iniciar un diálogo entre las dos partes.

En marzo, el mismo grupo patrocinó una reunión de líderes opositores y gubernamentales en Isla Margarita, Venezuela, según una persona familiarizada con las conversaciones que habló bajo condición de anonimato porque no se habían reportado antes.

Esos contactos secretos fueron clave para romper el bloqueo en la entrega de ayuda humanitaria: poco después del encuentro, Cruz Roja recibió permiso de ambas partes para llevar a cabo una importante campaña que reconocía de facto una crisis humanitaria que Maduro llevaba mucho tiempo negando, pero también frenaba los intentos de Guaidó de emplear el reparto de las donaciones de Estados Unidos para debilitar a su rival.

“Nuestro camino es el dialogo”, dijo Maduro el miércoles en la noche celebrando lo que considera una victoria para su prolongado llamado al diálogo. “Queremos un acuerdo”.

La oposición ha sido menos entusiasta acerca de las conversaciones, por temor al fracaso como en intentos anteriores. Desde 2017, una serie de potenciales mediadores _ incluyendo un expresidente del gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero e incluso el papa Francisco _ han tratado de acercar posiciones entre los dos bandos con poco éxito. El colapso del diálogo en República Dominicana el año pasado allanó el camino a una cómoda reelección de Maduro en unas elecciones boicoteados por sus rivales y en las que varios líderes opositores estaban en el exilio o tenían prohibido presentarse.

En un reflejo de esta perspectiva pesimista, Guaidó envió a una delegación de bajo perfil a Oslo y convocó más protestas esta semana mientras sus enviados regresaban de Europa.

Pero algunos creen que la táctica diplomática podría dar sus frutos.

Aunque Guaidó disfruta de un amplio respaldo internacional, está luchando para mantener unida a su coalición a medida que se agrava la crisis, y por el momento no ha logrado quebrar la lealtad del ejército a Maduro pese a liderar una pequeña rebelión cuartelaría el mes pasado.

Por su parte, Maduro está bajo una intensa presión por las sanciones estadounidenses que limitan los ingresos del ejecutivo, y enfrenta una profunda crisis social marcada por la hiperinflación y la escasez de comida, combustible y electricidad. Sobre algunos miembros de su círculo más próximo se cierne la amenaza de ser procesados en Estados Unidos por supuestos delitos de narcotráfico o corrupción.

A medida que los esfuerzos para mediar en Venezuela avanzan, Estados Unidos se revela como una pieza importante en el proceso.

Aunque el gobierno del presidente Donald Trump no participa en los contactos, tiene un veto virtual sobre cualquier acuerdo mientras sus asfixiantes sanciones petroleras sigan en vigor. Uno de los seis puntos en la agenda discutida en Noruega incluía el alivio de estas sanciones, dijo una persona familiarizada con el asunto que pidió hablar bajo condición de anonimato porque no estaba autorizada a comentar las negociaciones.

Pese a que el ejecutivo de Trump se distanció públicamente de cualquier acuerdo, insistiendo en que lo único abierto a negociación son los términos de la marcha de Maduro, analistas creen que os funcionarios estadounidenses adoptarían un enfoque más flexible si el posible acuerdo comienza a tomar forma.

El representante especial de Trump para Venezuela, Elliot Abrams, ha mantenido un contacto regular con Nylander. Además, recientemente se reunió en Washington con uno de los negociadores de la oposición más propenso a una salida digna de los socialistas del poder, el exmiembro del Consejo Electoral Vicente Díaz, y en privado comentó a legisladores estadounidenses que Noruega desempeñará un rol vital en la solución del conflicto, de acuerdo con dos fuentes familiarizadas con las conversaciones que reclamaron anonimato ya que no estaban autorizadas a discutir el tema.

Si las conversaciones cobran impulso, Nylander podría incorporar también a Naciones Unidas, a quien se podría recurrir para monitorear unas hipotéticas elecciones. Tras las conversaciones de paz de Colombia, Nylander pasó más de un año viajando entre Nueva York y Caracas como representante especial del secretario general de la ONU, António Guterres, para una polémica fronteriza entre Venezuela y Guyana. Durante ese proceso se reunió con Maduro en al menos dos ocasiones.

Nylander tiene también relaciones con Cuba, que junto a Rusia y China es un aliado clave de Maduro y tiene importantes intereses financieros y geopolíticos en mantener un gobierno antiestadounidense en el poder.

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