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Carolina Gutiérrez, la colombiana que aprendió a dar "abrazos de jirafa"


Foto de Carolina Gutiérrez tomada para redes sociales. Bogotá D.C.
Foto de Carolina Gutiérrez tomada para redes sociales. Bogotá D.C.

Carolina Gutiérrez es una colombiana de 38 años y madre que ha vivido sin brazos por una enfermedad que la ha llevado a saltar obstáculos hasta convertirse en una mujer que inspira a otros a vencer las adversidades.

La creencia popular en Colombia dice que una forma de expresar afecto intenso es a través de un “abrazo de oso”. Es así como se le conoce en muchos sitios a la acción de estrechar con los brazos a otra persona.

Imposibilitada de expresar sus sentimientos de ese modo por no tener brazos a causa de una condición con la que nació hace 38 años, la colombiana Carolina Gutiérrez va por la vida dando "abrazos de jirafa".

La joven madre, nacida en Bogotá, no tiene brazos a causa de una enfermedad viral contraída desde el vientre de su mamá.

“Yo nací con una discapacidad que se llama Amelia derecha, en el lado derecho no tengo nada, y Focomelia izquierda, y esto se produjo porque mi mamá bañó a un niño con varicela y al bañarlo le dio varicela e hizo que yo naciera con esta enfermedad, pero bueno a la vez inmune a cualquier eruptiva”, cuenta Carolina.

La Amelia y la Focomelia son malformaciones congénitas catalogadas como enfermedades raras con patrones específicos de signos clínicos, síntomas y hallazgos que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) afectan a menos o igual a 1 de cada 2000 personas.

Según la Clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas relacionados con la salud de la OMS, la Amelia es una condición congénita caracterizada por la reducción de las extremidades debido a la ausencia completa o casi completa de una o ambas de las extremidades superiores, causada por un fallo intrauterino durante las primeras etapas del desarrollo embrionario.

En la misma literatura se describe a la Focomelia como la ausencia total o parcial de extremidades, generalmente manos o pies y puede ocurrir como resultado de una interrupción en el desarrollo de las extremidades durante la gestación.

Esta última ha sido ampliamente documentada por la comunidad científica después de los años 50 cuando varios estudios revelaron causas asociadas con el uso de ciertos medicamentos durante el embarazo, como la Talidomida, sin embargo, se citan otras posibles causas genéticas o ambientales.

Carolina Gutiérrez nació en la localidad de Kennedy, en el sur de Bogotá. Su padre estuvo ausente y de su educación se encargaron su madre y abuela, quienes se esmeraron para enseñarle el valor de la independencia. Sin sus extremidades aprendió a desenvolverse en su vida diaria, sacó adelante sus asuntos personales, ayudó en los oficios de la casa y jugó a la par de sus primos y amigos del barrio.

“Yo le doy gracias a Dios que mi abuela Ana Hilda ha sido una mujer verraca (en Colombia persona que por su talento o destreza sobresale en alguna actividad u oficio, o que se destaca por su fuerza física, audacia o valentía), fuerte y mi mamá, Elvira, fue una mujer valiente y creo que ellas nunca fueron condescendientes de que la niña nació sin brazos, entonces toca hacerle todo, toca vestirla, tenderle la cama, que no lave ni un plato, no, al contrario ellas me exigían y yo tenía que hacer igual a mis primos contemporáneos, entonces, creo que a veces exigir no esta mal, yo creo que es cambiar la actitud de las personas”, asegura Carolina al recordar esos primeros años de crianza en su hogar.

Carolina no fue consciente de las limitaciones propias de su condición sino hasta que empezó a crecer y enfrentar el bullying de sus compañeros en la escuela. Cuenta que su tránsito de la etapa de niña a adolescente estuvo marcado por palabras hirientes, agresiones sistemáticas y tratos desconsiderados de parte de algunos niños al punto que un día pensó incluso en el suicidio.

“Los niños eran muy crueles, me golpeaban, me tiraban por las escaleras, me dañaban los cuadernos, me robaban la lonchera, entonces yo llegaba constantemente llorando a mi casa, y yo me acuerdo que una vez le dije a mamá, quiero acabar con mi vida, esto no es vida, mi papá me abandonó, yo quiero una vida diferente", recordó.

En medio de esa conversación, cuando dice que esperaba frases de aliento de parte de su mamá, recibió esta respuesta: "Bueno, si se va a cortar las venas, acuérdese que usted no tiene brazos".

Una vez más, -explica-, las mujeres que le habían enseñado desde sus primeros años de vida a no detenerse por su discapacidad física, le reforzaron la lección sobre amor propio y superación.

“Mi mamá me dijo mire, si usted se mata usted es la que acaba con sus sueños y los demás van a seguir viviendo. Usted está concentrando su vida en la opinión de los demás y su vida no tiene que enfocarse en los demás porque si usted está tratando de hacer feliz a los demás, usted nunca va a ser feliz”.

Foto casual en la casa de Carolina Gutiérrez para redes sociales. Bogotá, junio de 2022.
Foto casual en la casa de Carolina Gutiérrez para redes sociales. Bogotá, junio de 2022.

"Luchar por los sueños"

Ese incidente la puso en el camino de trabajar en su autoestima y la resiliencia que la convirtieron en la persona que es hoy, capaz de convertir sus dificultades en catalizadores de los más desafiantes proyectos.

“Yo que le puedo decir a las mujeres, a los hombres, a los jóvenes y a todos: en muchas ocasiones queremos el camino fácil y no es el mejor, a veces tenemos que luchar por nuestros sueños, a mi me dijeron que una mujer sin brazos no puede ser percusionista, lo logré, soy percusionista; que no iba a dibujar, dibujo, ahí esta el cuadro de mi mamá que yo hice", dice con toda seguridad.

"Luchen por los sueños, por aquello que añoran, dejen la mediocridad, dejen de esperar que todo les va a llegar a la casa y nada de eso va a pasar, tienen que luchar, trabajar día a día y constantemente en buscar la mejor versión de uno, para esta sociedad que lo necesita y buscarla para uno mismo, luchen por sus sueños, vivan, crezcan, pero hay algo importante, no olviden ser feliz”, agrega.

La maternidad: una cuota extra de coraje

Otra gran prueba de vida para Carolina fue el nacimiento de su hijo, fruto de una relación insana que la convirtió en víctima y superviviente de la violencia doméstica. Recuerda que fue justo el nacimiento de su hijo y el abandono de su pareja sentimental lo que completó la cuota de coraje para criar a su hijo y se la cabeza de su hogar.

“La vida que tuve con esa persona fue horrible, hubo golpes, maltrato sicológico, mucha violencia y yo lo aceptaba porque decía que era algo normal (...) cuando quedé embarazada fue una sorpresa total", dice.

Luego llegaron desafíos de salud, una amenaza de aborto y el abandono del esposo. Este ciclo de dolor pasó gracias al rol que juegan en su vida su abuela, su mamá, sus hermanos y sus amigas más cercanas, a quienes describe como su red de apoyo incondicional.

Con la llegada de su hijo Emmanuel y el paso de los años -cuenta Carolina- que aprendió en la práctica cotidiana el significado de dos términos claves para llegar a reconstruirse como ser y como mujer: aceptación y adaptación.

El "Abrazo de jirafa"

La muerte de su mamá fue otro duro golpe para esta colombiana, que continuó más decidida que nunca su camino hacia la superación: se preparó como coach profesional personal y de vida y creó la fundación "Abrazo de jirafa".

Producto de la observación animal, varios científicos de la talla de Charles Darwin, Jean-Baptiste Lamarck o la canadiense Anne Innis Dagg, han construido múltiples teorías sobre la funcionalidad del cuello de la jirafa. Una de ellas hace referencia a la selección sexual que plantea cómo los cuellos robustos y largos inciden a la hora de escoger pareja.

Los datos consignados revelan cómo los machos frotan el cuello de sus hembras varias veces antes de proseguir con su ritual de acoplamiento. Otras hipótesis evidencian cómo los machos usan sus cuellos como armas de lucha para asegurar a su hembra y su territorio.

Cuando Carolina conoció estas curiosidades de la jirafa, sintió una conexión con este gran mamífero y vio similitudes en su anatomía al comparar su torso superior -ausente de extremidades- con el largo cuello de la jirafa. Pero más que eso, se identificó con las expresiones del animal en pleno cotejo y entonces decidió llamar en forma figurada a sus manifestaciones de cariño, a la ayuda brindada a sus congéneres y a su organización “abrazos de jirafa”.

Esta iniciativa le ha permitido materializar el apoyo a otras personas con limitaciones físicas pero con deseos de salir adelante a través del estudio y la superación personal. La fundó en marzo de 2021 para gestionar el estudio profesional y brindar oportunidades de trabajo para quienes en virtud de su discapacidad sufren discriminación.

Hoy, en la fundación, trabajan siete personas con discapacidad y ocho cuidadores, entre ellos, un chico con enanismo y condroplasia. Ella lo conoció en momentos críticos porque “nadie le extendía la mano”.

Gracias al apoyo de organizaciones y personas con las que gestiona la búsqueda de vacantes, formación y donaciones en todos el país, hoy este joven trabaja como guía turistico en Medellín y Carolina tiene casos ejemplares que contar.

“Mi fundación se llama 'Abrazo de Jirafa' porque obvio yo no doy abrazos de osos sino de jirafa. Yo quiero ayudar a las personas con discapacidad no dándoles cosas como solemos esperar, a mí no me gusta todo fácil, al que quiere estudiar, buscarle becas, acuerdos con empresas para trabajar, un puente para mostrar las capacidades de las personas con discapacidad”, afirma.

Carolina tiene entre sus misiones ofrecer charlas motivacionales y herramientas a otras personas que buscan sobreponerse a situaciones perturbadoras asociadas a circunstancias de discapacidad, pero también interactúa con jóvenes que han vivido violencia doméstica, bullying o depresión.

Suele conversar con mujeres jóvenes que han perdido el sentido de la existencia y se conecta con quien quiera ver en ella una oportunidad para inspirarse y crear otras realidades posibles en sus historias de vida.

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