El ataque de un hombre que intentó inmolarse el lunes en la hora mayor tráfico en el metro de Nueva York no logró el baño de sangre que pretendía, según las autoridades, aunque sí dio material a la campaña del presidente de Estados Unidos en favor de limitar la inmigración.
Horas después de la explosión del lunes en un pasillo subterráneo que conecta dos de las estaciones más transitadas de Manhattan, Trump mencionó el pasado del agresor para renovar su llamada a endurecer las comprobaciones sobre los extranjeros que llegan al país y reducir las vías de inmigración basadas en lazos familiares.
El hombre detenido en el ataque, Akayed Ullah, de 27 años, que dijo a los investigadores que quería vengarse de las acciones estadounidenses contra los extremistas del grupo Estado Islámico, llegó a Estados Unidos desde Bangladesh en 2011 con una visa disponible para algunos familiares de ciudadanos estadounidenses.
“El sospechoso del acto terrorista de hoy entró a nuestro país a través de migración familiar encadenada, que no es compatible con la seguridad nacional”, dijo Trump en un comunicado en el que pidió varios cambios al sistema de inmigración. La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo antes que las políticas propuestas por Trump “podrían haberlo impedido”.
Empleando una estrategia a la que Nueva York teme desde hace años, Ullah se prendió al cuerpo una bomba de fabricación casera y logró pasar desapercibido al sistema de metro más atareado de Estados Unidos y activó el dispositivo, según las autoridades.
El artefacto no estalló como pretendía. Ullah, de 27 años, fue el único herido grave, según funcionarios. Pero el ataque hizo que los atemorizados pasajeros huyeran por un pasillo lleno de humo y tres personas sufrieron dolores de cabeza y pitidos en los oídos por la primera explosión de una bomba en el metro en más de dos décadas.
“Esta es una de mis pesadillas... un ataque terrorista en el sistema de metro”, dijo el gobernador Andrew Cuomo al canal de cable NY1. “Las buenas noticias son que estamos centrados en ello”.
Ullah estaba siendo atendido en un hospital por quemaduras en las manos y el abdomen, pero habló con los investigadores desde su cama del hospital. Aunque se mostró “disperso” sobre sus motivos, indicó que quería vengar lo que describió como la agresión estadounidense contra el grupo extremista Estado Islámico, según un funcionario de seguridad.
Los funcionarios hablaron con The Associated Press bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar públicamente sobre el suceso.
Funcionarios de seguridad dijeron que Ullah había visto propaganda del grupo EI en internet, pero no se sabía que hubiera tenido contacto directo con los milicianos y probablemente actuó en solitario. Cuomo dijo que hasta el momento no había evidencia de otras bombas o de una trama mayor.
El sospechoso llegó al país gracias a un programa iniciado en 1965 que da preferencias a las personas con educación o conocimientos avanzados, o personas con lazos familiares con ciudadanos estadounidenses y, en algunos casos, residentes permanentes legales.
Ullah vivía con su padre, madre y hermano en un barrio de Brooklyn con una gran comunidad de origen bangladeshí, según los vecinos. Tuvo una licencia de chófer entre 2012 y 2015, pero se permitió que la licencia expirase, según funcionarios de seguridad y la Comisión de Taxis y Limusinas de la ciudad de Nueva York.
Su familia dijo estar “profundamente entristecida” por el ataque, pero también “indignada por la forma en la que nos han perseguido las fuerzas de seguridad”, según un comunicado enviado por la División de Nueva York del Consejo de Relaciones Musulmanas-Estadounidenses. Un familiar adolescente fue sacado de clase e interrogado en la escuela sin un padre, tutor o abogado, según el comunicado.