Uno de los volcanes más activos de Ecuador, el Cotopaxi, a 50 kilómetros de la ciudad de Quito, reactivó un proceso eruptivo iniciado en 2015. En aquella ocasión duró cinco meses, con emisiones de hasta 1 kilómetro y medio de altura desde el cráter.
El volcán tiene un glaciar extenso que en caso de una erupción total provocaría daños a una población de más de 60.000 habitantes en las cercanías al provocar peligrosos deslaves desde las laderas de la montaña.
Desde el miércoles, se reportó caída de ceniza en varias comunidades, y los expertos están evaluando el potencial peligro para la población.
Hugo Yépez, vulcanólogo del Instituto Geofísico, dijo que con el Cotopaxi hay que tener “mucha atención por todos, porque es el volcán que más riesgo representa para la comunidad”.
El Instituto Geofísico monitorea el Cotopaxi de manera permanente y sus técnicos emiten informes diarios sobre la actividad. Por el momento las emisiones contienen vapor de agua y ceniza en poca cantidad, según la vulcanóloga Silvia Hidalgo.
“Tiene una explosividad volcánica muy pequeña, sobre todo si comparamos con los eventos del 2015”.
La secretaria de Gestión de Riesgos de Ecuador mantiene informada a la población sobre la extensión de la ceniza.
Por el momento se mantiene la alerta amarilla y la expulsión de ceniza sigue siendo moderada y llega especialmente al sur de la Cordillera de los Andes. Las ciudades de Quito y Guayaquil han recibido poca cantidad de ceniza, pero la actividad podría aumentar.
“El problema es que no se pueden pronosticar estos eventos, entonces esto por supuesto tiene una implicación directa para las personas que van a estar en la zona cercana a la cumbre”, dijo Hidalgo.
La secretaria de Gestión de Riesgos también ha organizado simulacros para alertar a la población que vive cerca del volcán, y uno de ellos ha sido convocado para el 27 de enero.
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