El compromiso adoptado por el presidente Barack Obama con los republicanos para mantanerles a todos los estadounidenses las rebajas de impuestos a partir del próximo primero de enero tendría los votos que necesita para no morir en el Senado.
Luego de varias horas de debate, al menos 60 senadores vencieron un obstáculo de procedimiento y se pronunciaron a favor de seguir adelante con el proyecto, que podría ser sometido al voto en un día o dos.
A la votación definitiva de los senadores debe seguirle otra en la Cámara de Representantes, aun cuando congresistas demócratas rechazaron la semana pasada el acuerdo.
Obama aceptó aplicar la extensión de las rebajas impositivas también a los contribuyentes más adinerados a cambio de que los republicanos aceptaran prorrogar, por otros 13 meses, los beneficios por desempleo que hasta hace poco recibían más de dos millones de estadounidenses.
Muchos legisladores demócratas se opusieron al pacto porque lo consideran un regalo innecesario a los ricos, además de que según dijeron amplía el ya enorme déficit fiscal del país.
De no ser aprobado el acuerdo por la Cámara de Representantes, los impuestos que pagan todos los estadounidenses aumentarán a partir del primer día del 2011.
Antes de la votación en el Senado, el líder de la minoría republicana Mitch McConnell dijo que el acuerdo logrado con Obama le permite a los estadounidenses “preservar un dinero que es legítimamente suyo, para que puedan gastarlo e invertirlo como les plazca”.
El demócrata Max Baucus, presidente del Comité de Finanzas del Senado, señaló que se trata de un compromiso bipartidista para crear empleos. “Extender las rebajas de impuestos a la clase media ayudará a crear nuevos puestos de trabajo, y esa es nuestra prioridad número uno”, puntualizó.
Además de extender los recortes fiscales vigentes a todos los estadounidenses, la ley reduciría los impuestos que se pagan al Seguro Social a un costo de 858 mil millones de dólares en dos años.
También representaría el fin de un enconado debate en el que los republicanos apostaban por renovar de manera permanente las rebajas tributarias adoptadas durante la presidencia de George W. Bush, y los demócratas insistían en elevar los impuestos a los individuos que ganan más de 200 mil dólares anuales y a las familias con ingresos superiores a los 250 mil dólares al año.