La ciudad de Washington parece un fuerte militar, está resguardada por todo tipo de agente policial, militar y encubierto.
Desde cualquier estación del metro, pasando por la misma Voz de América, se pueden observar policías uniformados y encubiertos.
Los miles de visitantes que llegan para la investidura del presidente de Estados Unidos, deben pasar una serie de medidas de seguridad.
Decenas de calles, entre el obelisco, el Capitolio y la Casa Blanca están cerradas. No hay ingreso vehicular y los que llegan a la zona de la ceremonia deben portar una identificación especial.
El Servicio Secreto supervisará la vigilancia que será compartida por miembros de 42 agencias gubernamentales, incluidos el FBI, la policía de Washington, la del Capitolio, la de los parques nacionales y la Guardia Nacional.
Hay perros entrenados y capacitados para detectar bombas, químicos explosivos, y agentes para detener cualquier intento de manifestación.
En varios edificios hay apostados francotiradores, especialmente en la misma Casa Blanca, donde se les puede ver, con telescopios en manos, caminar por el techo.
Las cámaras de seguridad, esta vez de alta resolución, están conectadas a un centro de comunicaciones, donde un equipo especializado se encarga de controlar y enviar ordenes directas.
No sólo deberán custodiar la zona del National Mall o la Alameda Nacional, adonde tendrá acceso el público en general, y los alrededores del Capitolio, adonde podrán llegar sólo los portadores entradas, sino también el área del desfile a lo largo de poco más de tres kilómetros en la avenida Pennsylvania, donde la gente se congregará para ver pasar al presidente.
Como parte de la escolta del presidente y su familia, así como los invitados a la ceremonia, unos 13 mil soldados intervendrán en el desfile inaugural.
Desde cualquier estación del metro, pasando por la misma Voz de América, se pueden observar policías uniformados y encubiertos.
Los miles de visitantes que llegan para la investidura del presidente de Estados Unidos, deben pasar una serie de medidas de seguridad.
Decenas de calles, entre el obelisco, el Capitolio y la Casa Blanca están cerradas. No hay ingreso vehicular y los que llegan a la zona de la ceremonia deben portar una identificación especial.
El Servicio Secreto supervisará la vigilancia que será compartida por miembros de 42 agencias gubernamentales, incluidos el FBI, la policía de Washington, la del Capitolio, la de los parques nacionales y la Guardia Nacional.
Hay perros entrenados y capacitados para detectar bombas, químicos explosivos, y agentes para detener cualquier intento de manifestación.
En varios edificios hay apostados francotiradores, especialmente en la misma Casa Blanca, donde se les puede ver, con telescopios en manos, caminar por el techo.
Las cámaras de seguridad, esta vez de alta resolución, están conectadas a un centro de comunicaciones, donde un equipo especializado se encarga de controlar y enviar ordenes directas.
No sólo deberán custodiar la zona del National Mall o la Alameda Nacional, adonde tendrá acceso el público en general, y los alrededores del Capitolio, adonde podrán llegar sólo los portadores entradas, sino también el área del desfile a lo largo de poco más de tres kilómetros en la avenida Pennsylvania, donde la gente se congregará para ver pasar al presidente.
Como parte de la escolta del presidente y su familia, así como los invitados a la ceremonia, unos 13 mil soldados intervendrán en el desfile inaugural.