Enlaces para accesibilidad

El norte de Bahamas se prepara para el huracán Dorian


Varias personas evacuadas de Cayo Sweeting, Gran Bahama, por el peligro de inundaciones, llegan a puerto antes del huracán Dorian. Agosto 31 de 2019. AP/Ramón Espinosa.
Varias personas evacuadas de Cayo Sweeting, Gran Bahama, por el peligro de inundaciones, llegan a puerto antes del huracán Dorian. Agosto 31 de 2019. AP/Ramón Espinosa.

El peligroso huracán Dorian se acercaba el domingo de madrugada al norte de las Bahamas, amenazando con castigar las islas con vientos de 260 kilómetros por hora, fuertes olas y lluvia torrencial, mientras la gente buscaba cobijo en escuelas, iglesias y otros refugios.

De Florida a las Carolinas, millones de personas seguían con preocupación las noticias sobre Dorian, en medio de estimaciones de que podría virar bruscamente al nordeste tras pasar por Bahamas y poner rumbo a la costa sureste de Estados Unidos. Sin embargo, las autoridades advirtieron que incluso aunque su centro no toque tierra en territorio estadounidense y permanezca sobre el mar, es probable que la potente tormenta golpee las zonas costeras de Estados Unicos con vendavales e intenso oleaje.

A las 8 de la mañana, hora del este de EE.UU., el Centro Nacional de Huracanes (NHC por sus siglas en inglés), informó en un boletín que Dorian ahora alcanzó categoría 5. En su cuenta de Twitter, el NHC reporta que "Dorian ahora es un huracán de categoría 5 con vientos sostenidos de 260 kph. La pared del ojo de este huracán catastrófico está a punto de golpear las Islas Ábaco con vientos devastadores".

En la región norte del archipiélago de Bahamas, los hoteles cerraron, los vecinos cubrieron sus ventanas de tablones y las autoridades contrataron embarcaciones para llevar a la gente de zonas bajas a islas más grandes ante el avance de Dorian.

El primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis, advirtió que Dorian era una “tormenta devastadora y peligrosa” y dijo que cualquiera “que no evacúe se pone en extremo peligro y puede esperar una consecuencia catastrófica”.

Pequeñas embarcaciones hacían trayectos entre poblaciones pesqueras exteriores y McLean’s Town, un asentamiento de una docena de viviendas en el extremo oriental de la isla Gran Bahama, a unos 240 kilómetros de la costa atlántica de Florida. La mayoría de la gente llegó de Cayo Sweeting, un pueblo pesquero de unos cientos de personas que se encuentra 1,5 metros sobre el nivel del mar.

“No nos la jugamos”, dijo Margaret Bassett, piloto de transbordador para el complejo turístico Deep Water Cay. “Si dicen que evacuemos, hay que evacuar”.

El huracán, que avanza despacio, podría descargar hasta un metro de agua a lo largo de dos o tres días, acompañando las lluvias de vientos devastadores y una peligrosa crecida en el nivel del mar llamada marejada ciclónica, indicó el meteorólogo privado Ryan Maue, que coincidía con algunas de las simulaciones informáticas más fiables.

Se esperaba que la tormenta afectara a unas 73.000 personas y 21.000 viviendas, indicó el portavoz del gobierno Kevin Harris. Las autoridades cerraron los aeropuertos de las islas Abaco, Gran Bahama y Bimini, aunque el de Lynden Pindling, en la capital, Nassau, permanecía abierto.

Jeffrey Allen, que vive en Freeport, en Gran Bahama, dijo que si bien tras varias tormentas ha aprendido que en ocasiones las predicciones de daños no se cumplen, sigue tomando precauciones.

“Es casi como si uno estuviera a la expectativa, esperando que nunca sea tan malo como dicen, pero aun así uno se prepara para lo peor”, añadió.

De acuerdo con las autoridades, el archipiélago de las Bahamas, propenso a enfrentar tormentas, recibe el golpe directo de un huracán cada cuatro años, en promedio.

El domingo de madrugada, Dorian estaba unos 150 kilómetros al este de la isla Gran Ábaco en Bahamas y 450 kilómetros al este de West Palm Beach, Florida. El huracán seguía moviéndose hacia el oeste a 13 kilómetros por hora.

Después de golpear las islas norteñas, se espera que Dorian pudiera bordear la costa del sureste, manteniéndose justo frente a Florida y Georgia el martes y miércoles, antes de rodear Carolina del Sur y Carolina del Norte el jueves.

El gobernador de Carolina del Sur, Henry McMaster, declaró un estado de emergencia el sábado y activó recursos estatales para prepararse para los posibles efectos de la tormenta. El presidente Donald Trump ya había declarado estado de emergencia en Florida y autorizado que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias coordinara las acciones de atención a desastres.

El Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami, explicó que el riesgo de fuertes vientos y niveles elevados de agua aumentarán a lo largo de la costa de Georgia y las Carolinas para mediados de la semana.

Por su parte, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, advirtió a la población que no bajara la guardia.

Con información de AP, NHC

Síganos en redes sociales

XS
SM
MD
LG