Con temperaturas por debajo del punto de congelación en Chicago, decenas de solicitantes de asilo se albergan en el piso superior de una biblioteca hasta que se aplaque el brutal frío que azota a buena parte del país. Pero después de eso hay poca claridad en cuanto a los planes de Chicago para ofrecer albergue inmediato al creciente número de migrantes que llegan a la tercera ciudad más grande del país.
Chicago ha tenido problemas durante más de un año para alojar a los recién llegados hasta que se libere espacio en los albergues, y ha recurrido a medidas que, según el gobierno local, son provisionales. La semana pasada fueron autobuses estacionados. Antes de eso, la solución consistió en utilizar vestíbulos de aeropuertos y cuarteles de policía. Esta respuesta improvisada tiene cansados a voluntarios, grupos sin fines de lucro y migrantes que desconfían de la falta de un plan a largo plazo, en particular durante los largos inviernos de la ciudad.