Alejado de teléfonos celulares o de la tecnología, Alberto Gutiérrez, de casi 80 años, ha esculpido aproximadamente unas tres mil figuras en las piedras que bordean la finca que habita en las montañas del centro de Nicaragua.
“El ermitaño”, como le conocen, pasa su tiempo moldeando la piedra y disfrutando de la vida sosegada en la naturaleza. Por años su único contacto humano era con su familia; hoy da la bienvenida a los visitantes que se acercan a admirar sus creaciones.
El interés que han despertado sus esculturas en los turistas no solo le ha traído satisfacción personal, sino beneficios a su familia y su comunidad. En estas fotos, la Voz de América ofrece una mirada a su vida.