La policía española detuvo a cuatro presuntos miembros de la banda terrorista ETA que no estaban fichados.
Los sospechos fueron detenidos después de cometer varias incursiones en la provincia vasca de Vizcaya donde los "presuntos militantes de ETA viven y trabajan como personas normales", es decir, pertenecen a un "comando legal", declaró el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba.
La policía está investigando su implicación para "esclarecer una serie de atentados en Vizcaya (País Vasco, norte) en los últimos años y que no tienen todavía autor conocido", entre otros el asesinato de Eduardo Puelles García, jefe de Grupo de Vigilancias Especiales de la Brigada de Información de la Policía Nacional, el último atentado mortal perpetrado por ETA en 2009.
Durante el operativo, la policía se incautó de 200 kilogramos de explosivos y materiales para la fabricación de bombas.
Esta operación tiene lugar después de que ETA anunció el 10 de enero un "alto el fuego permanente y general" tras un año y medio sin cometer atentados.
Rubalcaba recordó que a pesar de ese alto el fuego, "la política antiterrorista del gobierno no ha cambiado".
"No la hemos movido ni una coma porque ETA no ha abandonado definitivamente la violencia, y mientras no haga eso, la policía seguirá trabajando", aseguró. El gobierno español exige al grupo armado anunciar el cese de la violencia de manera definitiva.
ETA es responsable de 829 muertes en más de 40 años de violencia para reclamar la independencia de Euskalherria (País Vasco, la vecina Navarra y el País Vascofrancés).
