El callejón sin salida en que está sumido el vínculo bilateral entre EE.UU. y el gobierno en disputa de Nicolás Maduro plantea cada vez más interrogantes acerca de cuáles podrían ser los próximos pasos para resguardar la embajada estadounidense en Caracas y dar ciertas garantías y asistencia a sus ciudadanos ahora que no tiene diplomáticos en el país.
Estados Unidos retiró de Venezuela a mediados de marzo el resto de su personal diplomático, mientras el plan de respaldo al presidente interino Juan Guaidó y las presiones para que Maduro salga del poder siguen sin rendir frutos.
El representante especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, informó días atrás que avanzan en conversaciones con otros países que podrían actuar como su "poder de protección" en suelo venezolano, tanto para cuidar la embajada como para asistir a los estadounidenses residentes o de visita en la nación cada vez más insegura y en plena crisis política.
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"Estamos tratando de decidir sobre un poder protector", dijo Abrams a mediados de marzo a periodistas sin dar más detalles.
Explicado en téminos prácticos, un "poder protector" consiste en que un país actúa como garante y representante de otro en caso de que dos naciones rompan relaciones diplomáticas. Una de las partes en conflicto solicita este recurso.
Un recurso similar utilizó Estados Unidos con Cuba con la ruptura de relaciones diplomáticas tras la llegada al poder del fallecido expresidente cubano Fidel Castro, en la década de 1960.
En el caso cubano, fue Suiza quien brindó sus buenos oficios entre La Habana y Washington durante décadas. Esta acción concluyó con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y apertura de embajadas en 2015, a instancias del gobierno del expresidente Barack Obama.
En Cuba la sede diplomática permaneció abierta y era manejada por estadounidenses y empleados cubanos, pero oficialmente era parte de la embajada de Suiza en Cuba.
Washington también ha designado a Suiza como su "poder protector" en Irán, otro país con el que tiene una relación hostil.
La relación y el estatus legal están reconocidas en convenciones internacionales sobre asuntos consulares tales como las Convenciones de Viena.
Los anfitriones suelen poner los límites del alcance de la representación.
Los servicios consulares consisten, entre otras acciones, en visitas a las prisiones en caso de estadounidenses detenidos, la repatriación de cuerpos de personas fallecidas y en algunos casos la asistencia financiera.
La posición de Maduro
El gobierno en disputa de Maduro ha respondido con fuerte retórica y medidas como el ultimátum para que salieran en un breve plazo los diplomáticos que quedaban en el país, pero más allá de eso ha insistido en que está dispuesto a dialogar con el gobierno de Donald Trump.
La misma posición mantuvo Cuba, sobre todo después que el expresidente Raúl Castro reemplazó a su entonces enfermo hermano Fidel en 2006.
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El canciller del gobierno en disputa, Jorge Arreaza, se reunió en secreto en Nueva York con Abrams, según dijo Maduro días atrás. Funcionarios estadounidenses han dicho que fueron dos reuniones.
Incluso Arreaza insistió a fines de febrero para que se produjera un eventual encuentro entre Maduro y Trump a fin de "tratar de encontrar terreno común".
Pero en la medida en que pasan los días y se hace más grave la tensión tras la detención y asedio a allegados de Guaidó, la posibilidad de un acercamiento es cada vez más hipotético.
Lo que está por venir pasa, entre otras cosas, por la cada vez más creciente preocupación que tiene, por ejemplo Europa, acerca del alcance que ha tomado la situación en Venezuela, donde dos gobiernos paralelos lejos de solucionar, agravan una crisis que no parece tener salida a corto plazo.