Juegos, risas, colores, amor… son actividades y sensaciones propias de la infancia. Para cada padre, un hijo se torna su mayor tesoro, al que cuidan con esmero. Según expertos, así debería ser la vida para cada niño. Pero, para miles de pequeños, la realidad actual, es otra.
Según fuentes oficiales, en las últimas semanas, se ha duplicado la llegada de menores no acompañados a la frontera de Estados Unidos. La cifra apunta que cerca de 19.000 menores de edad que, en este momento, se encuentran bajo la custodia de los agentes de la patrulla fronteriza y personal dispuesto para su cuidado. Pero, más allá de las necesidades físicas, de alimentación y protección que estos niños ameritan, hay un aspecto “muy importante y muy olvidado”: la salud mental de estos menores.
En el programa Foro de la Voz de América, conversamos con la Dra. Christina Balinotti, psicóloga y creadora de la Universidad de la Familia en Miami, Florida. Explica la experta que el impacto inmediato en estos niños que pasan por una experiencia de migración, como la que actualmente se vive en la frontera sur de Estados Unidos, puede analizarse en dos niveles, el psicológico y el fisiológico. En estos niños, puede incluso detenerse el crecimiento de la hormona del desarrollo y suelen presentar problemas psicológicos severos, producto de haberse cercenado el período de apego y aprendizaje de los padres.
De acuerdo con la Dra. Balinotti, una experiencia como ésta “impacta mucho sobre el crecimiento del cerebro en algunas zonas – explica - como por ejemplo la amígdala cerebral que procesa todas las emociones. [Esta amígdala] suele ser 12% más pequeña en niños que atraviesan por circunstancias de esta índole. Es decir, que se altera notablemente también el cuerpo calloso que conecta los dos hemisferios y además viven, constantemente, inundados de cortisol, que es una hormona que se genera frente a una amenaza en el ser humano desde pequeño. Pero ¿qué pasa? Cuando la amenaza ya no está, el cortisol debe bajar. Estos niños viven con cortisol crónico y están atascados en su sistema límbico, el sistema de las emociones”.
Niños con un futuro… ¿saludable?
De los miles de menores no acompañados que llegan a la frontera, una cantidad importante son niños, incluso bebés que han sido separados de sus progenitores. Experiencias como la que atravesaron dos pequeñas lanzadas por traficantes hacia Estados Unidos desde lo alto de muro fronterizo son hechos que no son fáciles de borrar de la memoria.
A juicio de la Dra. Christina Balinotti, estos menores pueden presentar problemas a largo plazo. “Entran también en estrés postraumático crónico. Es decir que, crónicamente, van a estar muy estresados y esto es muy difícil cuando empieza en las primeras etapas de la vida (…) Hay una desregulación del eje del estrés y este estado constante puede llevar a inflamaciones permanentes crónicas de todos sus órganos, puede llevar más adelante a respuestas de cáncer… Es decir, hay muchas cosas sobre las cuales no se piensa adecuadamente. Los padres porque no tienen la formación y quienes los reciben, tampoco, porque la salud mental es la gran olvidada”, recalca Balinotti.
Otro aspecto por considerar, de acuerdo con la experta, es la agresividad que, en la actualidad y en el futuro, pueden desarrollar estos menores, una condición que bien puede prolongarse hasta la adultez. “La idea de emigrar con niños pequeños es realmente algo que amerita reflexión”, acota.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones; o bien, síguenos en redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.