La acumulación de inventarios de la empresa estatal Petróleos de Venezuela, PDVSA, al tope de su capacidad por segunda vez en siete meses, refleja los efectos de las sanciones económicas de Estados Unidos, afirman fuentes del sector y expertos consultados por la Voz de América.
Argus Media, agencia de análisis del mercado energético mundial desde hace 50 años, reportó en febrero pasado que Petróleos de Venezuela tiene almacenados alrededor de 35 millones de barriles de crudo en tierra firme y en plataformas marítimas.
“En papel, la compañía tiene una capacidad de inventario cercana a los 70 millones de barriles. Casi la mitad de esa capacidad ha cerrado en la década pasada debido a la falta de mantenimiento y a la infraestructura deteriorada, como oleoductos y pozos”, describió la firma, consultora de empresas en 140 países, citando fuentes del sector.
En septiembre de 2019, hubo un informe similar. Estados Unidos recrudeció el mes pasado su advertencia a gobiernos y empresas de Rusia, la India y China de que no ejecutaran acuerdos comerciales con el gobierno en disputa de Nicolás Maduro.
Voceros del Departamento de Estado incluyeron en sus menciones a la firma estadounidense Chevron, que mantiene operaciones en los campos petroleros de Petroboscán, en el occidente de Venezuela, y Petropiar, en el oriente.
Venezuela produjo en enero pasado 733.000 barriles de crudo, según fuentes secundarias citadas en el reporte mensual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP. Hace una década, los niveles ascendían a 2.500.000 barriles al día.
Los elevados niveles de acumulación de inventario reflejan la “renuencia” del gobierno en disputa a cerrar pozos hasta que los cuellos de botella de exportación se resuelvan, apuntó Argus Media.
Iván Freites, secretario de la Federación Unitaria de Trabajadores del Petróleo, del Gas, sus Similares y Derivados de Venezuela, Futpv, denuncia que la capacidad de inventario de PDVSA ha caído “por debajo de la mitad” por falta de mantenimiento de los tanques de almacenaje de crudo e hidrocarburos.
Los niveles de inventario actuales, que califica de “muy graves”, los atribuye a la paralización de refinerías en el país, por ausencia de insumos y mantenimiento, y también en naciones como China, a propósito del brote de coronavirus.
Freites certifica lo que Argus Media, a su vez, advertía: la flota de buques donde se almacena la producción venezolana ha mermado como efecto de las sanciones.
La empresa Mercantile & Maritime, con sede en Singapur, anunció esta semana que suspendía sus servicios de transporte de crudo venezolano a Rosneft por las sanciones emitidas el 18 de febrero pasado por Estados Unidos contra la compañía rusa.
“Los buques alquilados por PDVSA se están yendo del país”, indica Freites. “Nadie quiere establecer acuerdos comerciales con Venezuela o con las empresas establecidas en Venezuela, como Rosneft”, complementa.
El vocero sindical anticipa la reducción progresiva de la producción de crudo en campos petroleros de Venezuela.
Deudas y descuentos
Carlos Mendoza Potellá, economista y experto en producción petrolera, observa que el colapso de los inventarios de Petróleos de Venezuela fue recurrente el año pasado.
Lo atribuye a los efectos restrictivos de las sanciones de Washington. Refleja, dice, el temor de las empresas extranjeras de pactar negocios con el madurismo y las dificultades que Caracas tiene de importar diluyentes y aditivos para tratar su crudo.
Mendoza Potellá afirma que esos niveles de almacenaje, al tope, simbolizan pérdidas para el estado venezolano. “Es una tragedia nacional que deriva de la mala praxis económica de habernos sometido a ser monoproductores de petróleo”, declara.
Recuerda las complicaciones técnicas que representa cerrar pozos petroleros o válvulas de los oleoductos en países productores para, luego, reactivarlos.
“Cierras hoy y caes en picada. Al subir (la producción), escalas una pendiente mucho más empinada”, comenta.
Descarta la posibilidad de que Venezuela pueda usar ese crudo almacenado en el mercado interno.
“Lo utilizaremos para limpiar zapatos o algo así, porque no tenemos refinerías, están paralizadas”, ironiza, recordando que el aditivo necesario para sustituir el plomo de la gasolina es de manufactura estadounidense.
Mendoza Potellá evalúa “contradicciones internas” en Estados Unidos sobre la pertinencia y extensión de las sanciones, que, a su juicio, se evidencia en la diatriba de si Chevron continúa o no sus operaciones luego del próximo 22 de abril.
Emmanuel Borgucci, economista y profesor universitario, valora que los altos niveles de inventario de PDVSA reflejan que no existen venta ni compradores del petróleo venezolano desde hace al menos tres meses.
“Para PDVSA, tiene un costo tremendo. Tiene un activo inmovilizado por el que tiene que gastar recursos en seguridad y mantenimiento sin generar ni un bolívar. La riqueza solo viene cuando se compre. Afecta el flujo de caja de PDVSA”, señala.
Borgucci, director del departamento de estudios macroeconómicos y del desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia, augura mayores obstáculos para pagar la deuda externa por falta de liquidez.
Pronostica que a Venezuela le “lloverán” demandas a futuro de sus acreedores.
Compara la coyuntura de la industria petrolera venezolana con la vivida por Irán, que almacena cantidades enormes de crudo y lo distribuye a precios menores a los del mercado internacional, o Irak, en la llamada Guerra del Golfo, a finales del siglo XX.
Ante la imposibilidad de venderlo, las alternativas serán entregarlo por vía de convenios a países como Cuba u ofrecerlo “por debajo de la mesa” con descuentos elevadísimos a interesados en comprarlo a pesar del riesgo de sanciones, opina.
Examina con cautela la opción de refinarlo y usarlo dentro de Venezuela, en caso de que lograsen reactivarse las refinerías. La gasolina en el país, por ejemplo, es prácticamente gratuita, dice Borgucci.
La pérdida, a su entender, es y será “colosal”.