El bloque árabe en el Parlamento de Israel rompió con la tradición el domingo y le dio su respaldo al presidente del partido Azul y Blanco, Benny Gantz, para el cargo de primer ministro, colocándole en ventaja con respecto al actual mandatario Benjamin Netanyahu.
El respaldo histórico fue lo más destacado del primero de dos días de conversaciones cruciales que el presidente Reuven Rivlin sostendrá con varios representantes de partidos. Se prevé que se reúna con todas las facciones parlamentarias antes de seleccionar a su candidato a primer ministro, tras un virtual empate en elecciones repetidas que hicieron que la labor de formar un nuevo gobierno fuera algo complicado.
En Israel, el presidente tiene la tarea de elegir al político con la mejor oportunidad de formar un gobierno de coalición estable. Y aunque generalmente es una mera formalidad, esta vez Rivlin juega un papel clave después de un resultado electoral en el que ninguno de los principales candidatos aseguró una mayoría de 61 escaños en el parlamento de 120 miembros.
El bloque encabezado por los árabes, conocido como la Lista Unida, salió de las elecciones como el tercer partido que más escaños consiguió con 13.
Avigdor Liberman, líder del partido Yisrael Beitenu, continúa siendo el factor decisivo. No ha respaldado a ningún candidato, por lo que con el visto bueno de los árabes, Gantz espera tener 57 partidarios respecto a los 55 que tiene Netanyahu.
El presidente generalmente designa al candidato con el mayor número de partidarios, pero no siempre es así. Dada la naturaleza sin precedentes de estos comicios y la aritmética complicada, Rivlin tiene una amplia discreción para tomar una decisión.
En la votación de la semana pasada, el partido centrista Azul y Blanco de Gantz ganó 33 escaños en el Parlamento de 120 miembros, mientras que el conservador Likud de Netanyahu ocupó 31. Ninguno de los dos alcanza a reunir una mayoría parlamentaria con sus aliados tradicionales más pequeños.
Lieberman, con los ocho asientos que capturó su partido Yisrael Beitenu, exige un gobierno secular amplio de unidad que excluya a los partidos judíos ultraortodoxos. Ese parece ser el compromiso emergente entre Azul y Blanco y Likud, aunque ambos insisten en liderarlo.