Los países occidentales deben adoptar políticas que impidan a los solicitantes de asilo embarcarse en rutas peligrosas, dijo el jueves el jefe de la agencia de la ONU para los refugiados, cuando el número de migrantes que ha cruzado el Paso del Darién ya ha superado este año el medio millón de personas.
Los conflictos, la pobreza y el cambio climático han expulsado de sus hogares a 114 millones de personas en todo el mundo, una cifra sin precedentes, mientras los Gobiernos occidentales se ven sometidos a una creciente presión interna para que sean más duros con los solicitantes de asilo, y algunos están considerando la posibilidad de deportarlos.
El Tapón del Darién, un peligroso tramo de selva en Panamá, se ha convertido en una traicionera parte del viaje de decenas de miles de personas que atraviesan el continente americano con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
"Hay mucho que se puede hacer, pero no se está haciendo y entonces acabamos teniendo siempre gente en las fronteras de los países ricos y esto se convierte en un gran asunto de Estado", dijo a Reuters Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
ACNUR dijo el jueves que 500.330 personas habían cruzado el Tapón del Darién en lo que va de año, el doble del récord anterior del año pasado, sobre la base de cifras entregadas por Panamá.
Muchas de estas personas son víctimas de robos, violencia sexual, trata de seres humanos, extorsión y secuestros en el camino, advirtiendo de una "emergencia humanitaria cada vez más grave".
Grandi elogió como un "buen primer paso" una serie de acuerdos de "movilidad segura" entre Estados Unidos y Gobiernos regionales para abordar cuestiones humanitarias y permitir a refugiados y migrantes solicitar la entrada lejos de la frontera estadounidense.
Sin embargo, dijo que Washington también necesita hacer más para que su sistema sea más eficiente, citando un retraso de cientos de miles de casos. Y afirmó que la apertura de estas nuevas oficinas no justifica que se rechace a solicitantes de asilo en la frontera.
"No debería ser a costa de las personas que siguen llegando", dijo. "Creo que es un modelo que también los europeos podrían estudiar para establecer, pero requiere mucha cooperación", dijo.