Culminaron tres días de protestas en las afueras del hotel Watson en Manhattan. Este jueves, familias y mujeres con niños ya dormían en las habitaciones del hotel convertido en albergue. El último grupo de manifestantes, hombres solos, que se rehusaban a ser trasladados a la terminal de cruceros en Brooklyn luego de vivir en este hotel por cerca de dos meses, empacaron sus maletas y fueron llevados en autobuses.
El código azul activado por el frío intenso prohíbe que personas duerman en las calles bajo temperaturas peligrosas, lo que facilitó el trabajo de la policía de Nueva York. Aunque la alcaldía dijo que no se reportaron arrestos, uno que otro salió esposado, según reportes. El Departamento de Sanidad se encargó de limpiar las calles y aceras y un grupo de policías fueron asignados a la vigilancia del hotel. Pese a que ya fueron trasladados, la inconformidad no va a cesar.
“El lugar primeramente no está adecuado para habitar, primero porque no hay calefacción, es un galpón donde meten a todos unidos, todos en un solo espacio, los baños quedan superretirados, no hay transporte para sacarnos, la verdad es que queda demasiado lejos", dice Freddy Rodríguez, migrante venezolano.
El alcalde Eric Adams dijo estar profundamente frustrado con la situación y su oficina criticó a algunos de los agitadores de estas protestas. El alcalde insiste que necesita la ayuda del gobierno federal para enfrentar la crisis migratoria.
Activistas abogan por viviendas permanentes para los desamparados y le han pedido al gobierno local que abandone los planes temporales de crear refugios en carpas o como en el caso de la terminal de cruceros en Brooklyn, que solo estará habilitada hasta la primavera.