En Alemania del Este, los dirigentes comunistas decretaron en 1952 una zona de prohibición de diez metros de ancho a lo largo de la frontera con la República Federal de Alemania (RFA), con vallas de alambres de púas y puestos de vigilancia.
El muro de Berlín se levantó en 1961 y fue presentado como una "muralla antifascista". Bordeado al Este por una tierra de nadie, medía 155 kilómetros (43 km dividían Berlín en dos de norte a sur, y 112 aislaban al enclave de Berlín Oeste del territorio de la RDA). Estaba compuesto esencialmente de hormigón armado y en algunas partes por vallas metálicas.
Treinta años después de la caída del Muro de Berlín, el contraste entre el este y el oeste de Alemania, aunque se va reduciendo poco a poco, sigue apreciándose en todos los ámbitos.
Veamos qué ha pasado desde entonces:
-Economía: el este, todavía distanciado
"La situación en el este es mucho mejor que su reputación", declaraba satisfecho a finales de septiembre el gobierno de Angela Merkel, cuando presentó un informe anual sobre la unidad alemana.
Pero, aún así, el PIB per capita de las cinco regiones de la antigua RDA solo representaba el 74,7% del nivel del oeste de Alemania en 2018. Desde 2010, esta diferencia se redujo en 3,1 puntos, gracias a un tejido de pequeñas y medianas empresas y al dinamismo de Berlín, Leipzig y Dresde. La ex-RDA partía de muy lejos en 1990, con un sector industrial fallido, heredero del colectivismo comunista.
No obstante, la mejora no compensa la ausencia de grandes empresas como Volkswagen, Siemens o Bayer, cuyas sedes están en el oeste, donde dan trabajo a decenas de miles de personas.
Ninguna empresa del Dax, el índice de los principales valores de la Bolsa de Fráncfort, tiene su sede en el este.
Los "Länder" (estado federado) de la otrora RDA siguen estando a remolque de los del oeste en términos de sueldo medio: en 2018, un empleado del oeste ganaba de media 3.339 euros brutos al mes, mientras que en el este la cifra era de 2.600 euros, según la agencia federal para el empleo.
También en el este la productividad es menor, un 82% de la que se registra en el oeste.
Empleo: una brecha que se va salvando poco a poco
Acostumbrados al pleno empleo estatal de la ex-RDA, los alemanes del este vivieron en los años 1990 y 2000 el "choque" del desempleo, con unas tasas que superaban el 30% en algunas ciudades.
Pero tras haber alcanzado máximos en 2005, el desempleo bajó claramente desde entonces, en parte gracias al declive demográfico y a un aumento del empleo a tiempo parcial (30,5% en el este, frente al 27,6% del oeste).
En agosto de 2019, el nivel de desempleo era del 4,8% en el oeste y del 6,4% en el este. Las ciudades con la tasa de paro más alta se encontraban en la antigua RFA: Gelsenkirchen (13,8% en abril), Bremerhaven o Duisburg (12%).
La ex-RDA se caracteriza, además, por una tasa de empleo femenino un poco más importante que en el oeste (73,9% contra 71,6%).
Declive demográfico preocupante
En una Alemania globalmente envejecida, en la que la edad media pasó de los 40 años de 1990 a los 45 en 2018, la situación demográfica de la antigua RDA sigue siendo problemática.
Desde 1991, la población del este pasó de 14,6 a 12,6 millones de habitantes, mientras que en el oeste (incluyendo Berlín), subió de 65,3 a 69,6 millones.
El dinamismo de ciudades como Dresde, Jena o Leipzig no logra tapar el éxodo y el envejecimiento que azotan a estas regiones. Los centros de las ciudades ofrecen el triste espectáculo de tiendas y edificios en venta.
En algunas localidades, como Suhl (Turingia) o Fráncfort del Óder (Brandeburgo), la población cayó más de un 30% en tres décadas, lo que tuvo repercusiones en los servicios públicos y en las infraestructuras.
La emigración masiva al oeste o al extranjero de los jóvenes adultos a principios de los años 1990 hizo que cayera la tasa de natalidad en el este, lo que tendrá consecuencias durante varias décadas, según los demógrafos.
La acogida de cientos de miles de refugiados en Alemania desde 2015 no bastó para invertir la tendencia, máxime teniendo en cuenta que la mayoría de ellos eligió quedarse en el oeste.
El este, bastión de la ultraderecha
Creado en 2013, el partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD) obtuvo sus mejores resultados en el este, donde ya recaba entre el 20 y el 30% de los votos, mientras que en el oeste saca, de media, un 10%.
En junio, hizo falta que todas las formaciones hicieran un frente común para impedir que el AfD conquistara en Görltiz su primera ciudad importante.
El este, donde las formaciones tradicionales y la antigua izquierda comunista van en rápido declive, también es la cuna del movimiento islamófobo Pegida, que reunió en los últimos años a miles de manifestantes cada lunes en Dresde.
Esta situación está relacionada con que, según los politólogos, muchos alemanes del este siguen albergando el sentimiento de ser "ciudadanos de segunda". Así, el 74% considera, según un sondeo reciente, que sigue habiendo "diferencias muy grandes" entre las dos partes del país.