El presidente de EE.UU., Barack Obama, fue uno de los primeros en afirmar que Donald Trump no está preparado para ocupar el Despacho Oval, un mensaje que ha repetido durante su campaña por Hillary Clinton.
Obama se ha centrado en motivar a los grupos de votantes que lo llevaron a él dos veces a la Casa Blanca.
En Pensilvania, Carolina del Norte y, hoy, en Florida, Obama ha insistido que el carácter de Trump puede acabar con el progreso de sus ocho años de mandato y que Clinton es la continuidad y es equivalente a votar por él.
Ya en febrero, al comienzo de la temporada de primarias y cuando nadie anticipaba que Trump terminaría siendo el candidato republicano a la Casa Blanca, Obama advirtió sobre el "tóxico" clima político en EE.UU. y el auge de las voces extremas.
"No podemos avanzar si todo lo que hacemos es destrozarnos unos a otros" declaró Obama en Springfield ante la Asamblea General de Illinois, en cuya escalinata presentó su primera candidatura a la Casa Blanca el 10 de febrero de 2007.
En junio, con Trump ya como virtual aspirante presidencial republicano a falta de su proclamación oficial en la convención del partido, Obama atacó en varios discursos las propuestas económicas del magnate, su xenofobia y su promesa de deportar a todos los inmigrantes indocumentados.
Pero fue en agosto cuando Obama elevó definitivamente el tono contra el magnate y, desde la Casa Blanca en una rueda de prensa junto al primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, declaró: "Creo que el candidato republicano no es apto para servir como presidente".
El presidente criticó, además, el "temperamento" de Trump, así como su falta de "conocimientos básicos en torno a temas críticos en Europa, Oriente Medio o Asia", algo que ha seguido haciendo desde entonces en casi todos sus mítines o cuando le han preguntado sobre la campaña electoral.