El presidente Barack Obama dijo que Estados Unidos no enviará tropas a Irak, pero reveló haber pedido a su equipo de seguridad que le presenten opciones de cómo asistir a ese país en su lucha contra los radicales sunitas.
Obama dijo que el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) es "peligroso" y representa una amenaza que podría afectar también a Estados Unidos. No obstante señaló que, al final del día, depende del gobierno iraquí que se resuelva el problema.
“No podemos hacerlo por ellos”, dijo Obama, agregando más tarde que “Estados Unidos no se va involucrar de nueva cuenta en Irak sin que haya un plan político por parte del gobierno iraquí que nos asegure que están dispuestos a trabajar junto (a nosotros)”.
Obama añadió que el gobierno iraquí debe resolver las diferencias sectarias, y unir al país. El primer ministro Nouri al-Maliki ha alienado a los líderes tribales sunitas en el norte y oeste de Irak, que fueron los que le ayudaron a dar un giro en la guerra en 2007 cuando se voltearon en contra de las fuerzas alineadas con al-Qaeda, y respaldaron al ejército estadounidense.
También se refirió a los vecinos, a los que también hizo responsables de que Irak no vaya a caer en el caos.
“Continuaremos vigilantes, consultaremos con el Congreso y mantendremos informados al público”, advirtió Obama.
El viernes, Irak seguía a punto de desmoronarse mientras los militantes islamistas suníes capturaban dos ciudades más, esta vez en la provincia oriental de Diyala.
El ISIL ocupó las ciudades de Saadiyah y Jalawla, así como otros pueblos en torno a las montañas Himreen, que desde hace tiempo han sido un escondite para los insurgentes.
Por su parte, los kurdos, que controlan su propia región autónoma en el norte, se aprovecharon del caos para expandir su territorio, tomando el control de Kirkuk, rica en petróleo, y otras zonas fuera de los límites formales de su enclave.
Ante la debacle del desacreditado ejército iraquí –más numeroso y mejor armado que los insurgentes— el máximo clérigo chií, ayatolá Ali Al Sistani, hizo un llamado a la yihad o guerra santa contra los insurgentes sunitas.
“Los ciudadanos que puedan tomar las armas para luchar contra los terroristas tienen que presentarse como voluntarios en el ejército para realizar este objetivo sagrado”, dijo uno de los representantes del clérigo que en otros tiempos combatió y luego respaldó a las fuerzas de la coalición que durante varios años ocupó Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein.
Obama dijo que el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) es "peligroso" y representa una amenaza que podría afectar también a Estados Unidos. No obstante señaló que, al final del día, depende del gobierno iraquí que se resuelva el problema.
“No podemos hacerlo por ellos”, dijo Obama, agregando más tarde que “Estados Unidos no se va involucrar de nueva cuenta en Irak sin que haya un plan político por parte del gobierno iraquí que nos asegure que están dispuestos a trabajar junto (a nosotros)”.
Obama añadió que el gobierno iraquí debe resolver las diferencias sectarias, y unir al país. El primer ministro Nouri al-Maliki ha alienado a los líderes tribales sunitas en el norte y oeste de Irak, que fueron los que le ayudaron a dar un giro en la guerra en 2007 cuando se voltearon en contra de las fuerzas alineadas con al-Qaeda, y respaldaron al ejército estadounidense.
También se refirió a los vecinos, a los que también hizo responsables de que Irak no vaya a caer en el caos.
“Continuaremos vigilantes, consultaremos con el Congreso y mantendremos informados al público”, advirtió Obama.
El viernes, Irak seguía a punto de desmoronarse mientras los militantes islamistas suníes capturaban dos ciudades más, esta vez en la provincia oriental de Diyala.
El ISIL ocupó las ciudades de Saadiyah y Jalawla, así como otros pueblos en torno a las montañas Himreen, que desde hace tiempo han sido un escondite para los insurgentes.
Por su parte, los kurdos, que controlan su propia región autónoma en el norte, se aprovecharon del caos para expandir su territorio, tomando el control de Kirkuk, rica en petróleo, y otras zonas fuera de los límites formales de su enclave.
Ante la debacle del desacreditado ejército iraquí –más numeroso y mejor armado que los insurgentes— el máximo clérigo chií, ayatolá Ali Al Sistani, hizo un llamado a la yihad o guerra santa contra los insurgentes sunitas.
“Los ciudadanos que puedan tomar las armas para luchar contra los terroristas tienen que presentarse como voluntarios en el ejército para realizar este objetivo sagrado”, dijo uno de los representantes del clérigo que en otros tiempos combatió y luego respaldó a las fuerzas de la coalición que durante varios años ocupó Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein.