El papa Francisco visitó este miércoles la cárcel más grande de Bolivia y una de las más peligrosas cárceles en América, en el último día de visita a ese país antes de partir hacia Paraguay.
Como lo hizo la Semana Santa pasada, cuando lavó los pies a un grupo de presos de una cárcel de Roma, en la cárcel de Palmasola, a 12 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, el papa tuvo un momento de intimidad para conocer los testimonios de los presos.
El pontífice saludó a los reos y a sus hijos que ya lo esperaban en una zona abierta del penal.
Palmasola tiene capacidad para 800 personas, aunque en la actualidad alberga a más de 5.000. La policía solo controla la entrada y salida porque en realidad son los presos los que mandan en la prisión.
El jueves Francisco habló contra la avaricia corporativa y pidió disculpas por el colonialismo en las Américas durante una reunión con grupos que trabajan con los desempleados, los sin tierra y los pobres.
En su discurso ante la Reunión Mundial de los Movimientos Populares, el papa se preguntó: "¿Nos damos cuenta de lo mal que está el mundo cuando hay tantas familias sin un hogar?"
El papa se disculpó por las ofensas históricas causadas por la Iglesia católica romana, pero también por las causadas por los colonizadores blancos que se asentaron en las Américas a expensas de los pueblos nativos.
Por otro lado, tanto el Vaticano como el gobierno de Bolivia minimizaron los rumores de ofensas o dobles intenciones en la entrega de un “crucifijo comunista” –un crucifijo tallado en una pieza artística junto a la hoz y el martillo—que el presidente boliviano Evo Morales regaló al papa a su llegada.
Algunas informaciones aseguraron que el papa dijo a Morales: “Esto no está bien”, pero el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, dijo no saber cuál fue la reacción si es que la hubo.